"Stella Cadente" (Lluís Miñarro, 2014)
Quizá
lo más interesante de una película como “Stella Cadente” sea su carácter
de obra que desdice en varios momentos aquello que parece querer ser: no llega
a ser ni una película histórica, ni un biopic, ni un melodrama de
pasiones más o menos inconfesables, y sin embargo, tiene mucho de todo eso, y
también coquetea con el musical. Esa hibridación genérica es la apuesta del
productor Lluís Miñarro, en su primer largometraje de ficción como director,
para aproximarse a una figura histórica tan desatendida por el cine como es la
del único rey de España elegido por un parlamento, Amadeo I de Saboya, en su
corto reinado (1871-3). Con la ayuda del dramaturgo Sergi Belbel, Miñarro elude
los mecanismos de la representación habitual de la Historia en el cine, y nos
ofrece un divertimento (según la propia declaración del director en los
créditos finales) que también tiene algo de oración fúnebre por la España que
pudo y no llegó a ser.
Cabe
elogiar varios aspectos en la película: la libertad de tono, algunas
refrescantes extravagancias argumentales, su desenfado sexual (con
cita/variante a Courbet y su “El origen del mundo” incluida), un
magnífico trabajo actoral (desde Álex Brendemühl como un melancólico y epicúreo
Amadeo hasta una elegante y sensual Barbara Lennie como la reina, pasando por Lorenzo
Balducci, Álex Batllori o Francesc Garrido), o la prodigiosa labor de Jimmy
Gimferrer en la composición de unos encuadres eminentemente pictóricos,
extrayendo un sinfín de matices a la textura digital de la luz. Sin embargo,
por una paradoja, esta sobreabundancia de planos exquisitamente iluminados produce
en ocasiones la sensación de que la narración y las potencialidades expresivas
del plano quedan supeditadas a la belleza del encuadre, a los efectos de luz.
En
cuanto a la vertiente política del film, es esencial, en una de las primeras
secuencias, la declaración de principios de Amadeo, filmada mediante un
primer plano del personaje, y que se muestra como el reverso irónico, a la luz
de la historia de España, del reformista programa que enunciaba el ministro
Colbert en “La toma del poder por Luis XIV” (1966) de Roberto
Rossellini, quizás un referente en la forma desdramatizada de abordar el género
histórico de “Stella Cadente”. Hay algo, no obstante, en esta poderosa
propuesta política inicial de la película que no termina de desarrollarse, perdiendo
peso específico en el interés del autor en beneficio del laberinto de pasiones
del monarca y su círculo, como si la pretendida carga de profundidad contra los
eternos (y actuales) males de España apenas traspasara la superficie.
Javier Valverde
Muy buena crítica, Javier, aunque veo que la película me gustó a mí bastante más que a ti. Yo creo que el mensaje político sí que cala y, por otro lado, aprecio mucho la libertad de la película y su aspecto lúdico. La sensación que se impuso al ver la película fue, simplemente, la de ¡Pero qué bien se lo ha pasado aquí Miñarro! El placer del cineasta tuvo un efecto contagioso.
ResponderEliminarabrazos,
jordi