Enfrentarse a una crítica de La vida secreta de Walter Mitty ha sido
todo un reto. Así que la voy desvelando en tres actos y dos propinas.
Primer acto: traición
a James Thurber y los sueños
Sin duda ni Ben Stiller ni Norman
Z. McLeod (director de la versión de La
vida secreta de Walter Mitty de 1947) fueron fieles a la esencia del cuento
breve de James Thurber. Ambos tan sólo toman la idea principal y luego se
inspiran muy libremente… tan libremente que terminan traicionando el espíritu
del cuento. Un hombre de clase media, un hombre gris, que sueña despierto… Pero
en el relato va mucho más allá. El único espacio donde Walter Mitty es un
hombre invencible, la única posibilidad de escape a una vida mediocre es en los
sueños. Ésa es su única salida y su único asidero a algo parecido a la
felicidad. Ahí está la ironía del cuento. El sueño os hará libres…, la realidad
pondrá cadenas.
Sin embargo entre Ben Stiller y
Norman Z. McLeod, hay un poco más de respeto al relato literario (por lo menos
en la primera parte del film… cambiando a la esposa del cuento por una madre
absorbente) por parte del segundo (aunque en la época Thurber mostró su rechazo
hacia el film). Además McLeod juega a la parodia de géneros en los sueños y lo
que no son sueños de Mitty (Danny Kaye haciendo de Danny Kaye) y da a la
película un aire de cine de animación y comedia con toques de screwball que
dota de encanto la obra cinematográfica. McLeod logra que nos dejemos llevar
por el inconsciente de los sueños… Salta de cine de hospitales o bélico, a otro
de aventuras, de cine musical, pasando por cine negro o de terror… y Mitty es
un hombre que empieza a vivir una realidad tan movida como sus sueños… pero él
quiere su vida tranquila y echa de menos sus sueños…
Ben Stiller termina domesticando
los sueños de Walter Mitty… invita al personaje a que no sueñe sino que actúe.
Traiciona el espíritu de James Thurber. Tan sólo toma la idea de un hombre gris
que sueña despierto… se le va la olla… No hay parodia, ni algo parecido al cine
de animación o una influencia del cómic (como su antecedente cinematográfico) e
incluso nos preguntamos por qué realiza el tratamiento visual de las vivencias
verídicas de Mitty como si fuera un sueño… Stiller sumerge a Mitty en un mundo
de diseño visual muy cuidado, elegante, lleno de efectos digitales (muy bien
hechos) y lo lleva a paisajes maravillosos en Groenlandia, Islandia y
Afganistán. Además el director es consciente de su traición e introduce un gag
que parece carece de sentido pero en realidad es una pura justificación. La
única parodia que se permite es a la película de David Fincher, El curioso caso de Benjamin Button. Es
como si Stiller quisiera recordar al espectador que Fincher también tomó tan
sólo la idea principal y el título del relato corto de Fitzgerald… y luego creo
libremente un relato cinematográfico.
La sorpresa vino cuando como
espectadora la que esto escribe… estaba disfrutando de la propuesta de Stiller…
a pesar de la traición al relato original y de sus irregularidades de tono,
puesta en escena y guión…
Segundo acto: el
espíritu de Frank Capra
Porque incluso Ben Stiller se
traiciona como director y deja la parodia y la mala baba de sus anteriores
trabajos Zoolander o Tropic Thunder… y realiza una fábula con
mensaje. Una fábula en la que sobrevuela un espíritu capriano. Presenta la
historia de un Juan Nadie que trata de sobrevivir en un mundo hostil y arrastra
en este empeño a los suyos (su madre, su hermana, su compañero de trabajo, el
hombre al que admira, la mujer de sus sueños…).
Como un George Bailey ve sus
sueños truncados, ser un aventurero que recorre el mundo con su cresta y un
patinete (es un Bailey algo más moderno, claro), por la repentina muerte del
padre y su toma de responsabilidades. Termina encontrando un trabajo fijo (algo
que ya forma parte de otra época como va a descubrir Mitty) en el departamento
de negativos de la revista Life. Y
dentro de su vida de renuncia de los sueños, trata de realizar bien su trabajo,
cuidar a los suyos y ser una buena persona. Cada negativo merece un tratamiento
cuidadoso.
Tercer acto: malos
tiempos para la lírica
Y es como si Ben Stiller, con su
Walter Mitty particular… reconociera que son malos tiempos para la lírica. Pero
no renunciara a ella. Nos ofrece su propia lírica con un Juan Nadie que ve cómo
los tiempos cambian. Como el Life en
papel acaba, y llega otro mundo digital. Como su departamento ya carece de
sentido. Como su puesto es prescindible… Y como hay un grupo de jóvenes
cachorros sin escrúpulos al mando del cambio… sin tener en cuenta la cantidad
de personas que lucharon día a día para que saliera la publicación en papel…
Llevando el cambio sin ningún tipo de respeto por el otro.
Así Stiller quiere hacer un
regalo a los Walter Mitty o Juan Nadie que tratan de ser buena gente, realizar
bien sus trabajos y estar junto a los suyos… proporcionarles un motivo de
búsqueda (que arranca por querer realizar bien su trabajo): el fotógrafo
estrella que no renuncia al negativo (un Sean Penn carismático), al mundo analógico,
envía un carrete con el negativo que será la última portada de Life en papel. Pero el negativo número
25 no está… y la revista tiene que salir a tiempo. Así Mitty emprende un largo
viaje en busca del negativo perdido…
Convierte a estos Juan Nadie, Georges
Bailey o Walter Mitty en los últimos
románticos que pueblan la tierra y que pueden recuperar la lírica. Y les
permite plantar cara al joven cachorro cretino que va de jefe agresivo y
decirle que realice su trabajo (reestructuración de la empresa para el cambio
al digital) sin tener que ser un hijo de puta y jactarse de los despidos y del
sufrimiento de los empleados… O que como los bardos o príncipes de cuentos se
enamoren de la compañera de trabajo, la idealicen y la conviertan en el motor
que le haga avanzar en su viaje…
Primera propina (spoiler): Space Oddity de David Bowie
Así esta espectadora se vio
emocionada como una estúpida cuando Mitty en Groenlandia encuentra las fuerzas
para subirse en un helicóptero con un piloto alcohólico y con mal de amores
imaginándose a su amada en un karaoke con una guitarra cantándole su particular
versión de Space Oddity de David
Bowie.
Segunda propina (spoiler): Un gato fantasma
O alegre y meditativa cuando
Mitty se encuentra por fin con el fotógrafo estrella que está en las altas
montañas de Afganistán intentando captar un gato fantasma… y cuando éste
aparece le suelta una perorata sobre que los momentos hay que vivirlos con
intensidad…, sentirlos, y si se escapa una fotografía, otra vez será… el
momento no lo has dejado pasar…
Entonces sales del cine contento,
y quizá olvides la película en dos días, pero en ese momento deseas que Mitty
anote un montón de viajes en esa agenda que le regaló su padre antes de morir
para que cumpliera sus sueños…
Isabel Sánchez