En marzo de
1939 el primer prototipo del Mitsubishi A6M Zero, conocido simplemente como
“Zero”, superó las pruebas de vuelo. Los Zero
se hicieron dueños del aire a principios de la Segunda Guerra Mundial y
protagonizaron el bombardeo de Pearl Harbor. Aún después de quedar obsoletos nunca
se los sustituyó completamente y en su última época se utilizaron en los
ataques suicidas de la aviación japonesa.
Al final de la
última película nacida en el Studio Ghibli, el ingeniero creador de los Zero, caminando entre esqueletos con
alas de metal, se lamenta de que ninguno volviera a casa.
Hayao Miyazaki,
en la película más realista de su carrera, muestra su alma de ingeniero y su
amor por el vuelo adaptando su propio manga, Kaze Tachinu, sobre la vida de Jiro Horikoshi al que la miopía
impidió ser piloto y cuyo genio llevó a su país de la cola a la cabeza de la
aviación mundial.
Miyazaki ya
disfrutó desplazándose por los aires en El
castillo en el cielo o El castillo
ambulante o la inevitable referencia que supone Porco Rosso y, convierte el espacio de los sueños en el lugar de
encuentro entre Giovanni Battista Caproni, el pionero italiano de la aviación
(en la base de la película sobre el cerdo piloto) y el “muchacho japonés” a sabiendas de que ambos
son soñadores diurnos. Los peligrosos que diría T.E.Lawrence: los que viven su
sueño con los ojos abiertos para hacerlo posible.
El viento, esa mano transparente que sólo
adquiere solidez cuando choca con los objetos, es el alma animada de la película.
Y se percibe casi en cada imagen. Las técnicas se emplean para recordar lo
básico: que todo parte de una mano maestra con un lápiz. No hay brillos en los
fuselajes, ni terceras dimensiones, ni cada cabello se mueve
independientemente. Pero en medio de paisajes de rabiosos verdes y azules o
plúmbeos grises de fábricas y metal, El
viento se levanta y mueve la hierba y empuja las nubes, agita la ropa y
revuelve los cabellos. El viento roba los sombreros y juega con ellos como el
destino jugará con los corazones de Jiro y Nahoko en su trágica historia de
amor. Nahoko, hermosa como el viento. Nahoko, el viento bajo las alas de Jiro,
tan bonita bañada en una luz mágica la noche de su boda.
El viento
arrastra las pavesas encendidas en la impactante escena del terremoto después
de que la tierra brame y se alce en olas destruyendo la ciudad a su paso. El
viento rompe en pedazos las criaturas que nacen en los hangares y osan intentar
remontarlo mientras se quejan y tabletean y rugen motores con voces inequívocamente
humanas.
No hay un
guión ligero que acompañe los dibujos para que lo padres se lo pasen bien. El
espectador de El viento se levanta
tendría que salir de su proyección más triste pero también más sabio. Hayao
Miyazaki se retira del cine y muestra una vez más su técnica virtuosa y su
humanismo con un conmovedor drama histórico y biográfico, no exento de
polémica. Un canto a lo hermosa que es la vida aunque duela y a los sueños, aunque
estén malditos.
Ana Álvarez
Hola Ana:
ResponderEliminarMe parece una crítica preciosa, muy bien escrita e impregnada de la misma poesía que la película. El viento se levanta es la primera película que veo de Miyazaki y la verdad es que no me ha entusiasmado demasiado, más por la historia que por el dibujo (que como tú bien dices es obra de un maestro) pero me parece que el guión deja algún cabo suelto y no profundiza en el conflicto personal que supongo le plantearía al protagonista (al que presenta como un soñador y casi un artista) el haber diseñado un avión que se convertiría en el arma de guerra fundamental para los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, la historia de amor de Jiro y Nahoko está muy bien narrada pero con un ritmo pausado que, aunque seguramente es necesario, a mí me aburrió un poco. En fin que no conecté con la historia de Miyazaki pero, lo dicho, tu texto me ha gustado mucho.
Un beso,
Almu.
Una crítica estupenda, Ana: a partir del quinto párrafo, cuando empiezas a hablar del viento, has encontrado la forma más elegante posible para descifrar y analizar el lenguaje animado de la película. No obstante, destaco también la objeción de Almudena sobre el conflicto personal del personaje que, de hecho, es lo que hace que una película tan luminosa e idealista sea, también, terriblemente problemática. Sí, Miyazaki y el personaje, a instancias del Caproni soñado, toman la decisión de cumplir ese sueño aunque eso les comprometa con lo oscuro. Es una decisión explicada en la película, pero que no evita a esta ser polémica y conflictiva y, de paso, enturbiar algo el pacifismo militante del director. Está muy bien que te hayas cuestionado eso, Almudena.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi