Año 2031. Un tren recorre el planeta cargado con el último
vestigio de la especie humana. Diecisiete años antes, la
lucha contra el calentamiento global desencadenó una serie de consecuencias
imprevistas. La superficie terrestre se heló. La vida que una vez habitó la
Tierra... desapareció. Sólo unas decenas de personas lograron escapar del
Apocalipsis a bordo de este arca mecánica en la que el director coreano Bong
Joon-ho sitúa Rompenieves,
su primera película rodada íntegramente -¡o casi!- en inglés.
A pesar de la premisa, el
cambio climático (que esta misma semana ha vuelto a ocupar titulares por la
publicación de diferentes informes que alertan sobre la urgencia de tomar
medidas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero) no es el tema
con el que Joon-ho trata de despertar nuestra conciencia. O, al menos, no es el
único.
Trasladando el
devenir de la sociedad capitalista a los vagones de un ferrocarril que avanza
sin freno hacia su futuro, el cineasta invita a que el espectador reflexione
sobre la desigualdad entre clases, la explotación infantil, la connivencia
política y (quizá el interrogante más potente de los que
plantea) la existencia o
no de alternativas a la marcha de esta gigantesca maquinaria de la que todos
formamos parte.
Basado en el cómic francés Le Transperceneige, de
Jacques Lob y Jean-Marc Rochette, Rompenieves
(un desafortunado título que no hace justicia a esta película) es el
proyecto cinematográfico más caro de los afrontados hasta la fecha por
Bong Joon-ho: unos 40 millones de dólares. Para esta producción el director
surcoreano ha contado con un excelente elenco internacional, con actores como
Chris Evans, John Hurt, Jaime Bell, Ed Harris, su actor fetiche: Song Kang-ho
(con quien también trabajó en Memories
of murder y The
host, por ejemplo), Tilda Swinton y Alison Pill, entre otros.
A pesar de su vocación
internacional, la cinta sangra
en coreano. Por ejemplo, la
truculenta escena del combate con las hachas recuerda, por momentos, al famoso
plano secuencia en el que Chan-Wook Park presentaba al protagonista de la
película Oldboy empuñando su martillo en un pasillo.
Joon-ho también se permite la licencia de que sea Minsu (el papel interpretado
por Song Kang-ho) el único personaje que no se comunica en inglés, sino en su
lengua natal.
Cada vagón del tren, cada
estrato social del que estos personajes forman parte, está representado con su
propio juego de luces, sombras, colores y musicalidad. No hay dos segmentos iguales,
del mismo modo que la realidad social es diversa. Con todo, la complejidad y belleza de esta
película no reside tanto en los herméticos compartimentos de la máquina, como
en la naturaleza que lo mantiene en movimiento. Ese espíritu humano que, a ojos
del director, es desleal, codicioso, corruptible, egoísta e inmisericorde.
La lucha por sobrevivir mueve al ser humano a cometer atrocidades contra los
más débiles. Y aquí viene la bofetada de realidad, porque la miseria moral no entiende de
villanos ni de héroes, sino que aparece cuando el individuo se ve amenazado
por sus circunstancias sociales. De este modo,
el líder que presenta Bong Joo-ho no es un héroe clásico, sino un personaje anónimo que actúa movido
por la culpabilidad. La culpabilidad y la responsabilidad de su propio destino.
Que es el de todos nosotros.
Tamara Vázquez
Hola Tamara.
ResponderEliminarTenía muchísimas ganas de ver Snowpiercer y hoy por fin lo he conseguido. A pesar de tener las expectativas bastante altas, he salido encantado. Completamente fascinado.
En general la película tiene cientos de cosas que destacar (entre ellas, las que apuntas tú) pero su primera secuencia me ha parecido magistral a nivel de guion. A pesar de que muchos posiblemente protesten por lo explicativo de los diálogos, tras los primeros cinco minutos tienes información sobre el tema de la película (el diálogo de Jamie Bell sobre lo injusto que le parece que el tren esté dividido en clases), la personalidad de sus protagonistas (tanto Bell como Chris Evans, quedándose de pie por diferentes motivos cuando hacen los recuentos) y el tono que va a tener el largometraje (lo que le sucede a la mujer del violinista). Como arranque, magistral.
Lo único que le puedo achacar es que yo hubiese eliminado la secuencia final. Es cierto que mi visión quizás hubiese sido demasiado pesimista pero me parecía mucho más acorde al tono que muestra la película.
La secuencia de la "escuela". El personaje de Tilda Swinton. Pasamontañas con agujeros en la boca. Pues eso.
Un abrazo.
Aron.
Me gusta mucho la conclusión a la que llegas, Tamara, y cómo la expones, pero creo que al texto le pesa demasiado su componente informativo por encima del analítico. Buena parte del texto sería una excelente "previa" en una revista de información sobre cine, pero como texto de análisis fílmico sólo coge el tono a partir del penúltimo párrafo. No es un mal texto, pero espero que entiendas mis objeciones.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi
Aron, a mí también me gustó mucho. Pero fíjate que, en mi caso, el final es lo que da buena parte de sentido a la película. Ese "sí hay alternativa", "hay mundo fuera", "podemos salir de este sistema"... En general, el tren me parece una gran metáfora. No por grande, sino por acertada :)
ResponderEliminarJordi, gracias por tu comentario. En realidad para mí es una buena noticia, porque disfruté más escribiendo los párrafos que destacas como adecuados. El caso es que hasta que no te he leído no me he dado cuenta de que, efectivamente, el texto resulta más informativo que analítico. Lo tendré en cuenta para las próximas críticas :)
Un abrazo a los dos,
Tamara