lunes, 24 de febrero de 2014

‘Nebraska’, the Grant story





El protagonista de ‘Nebraska’ no recorre 500 kilómetros sobre un cortacésped. Pero, salvo este detalle, el personaje de Woody Grant bien podría recordar al Alvin Straight (“The Straight story”) de la deliciosa historia verdadera de David Lynch. Pero he aquí su encanto: que, partiendo de un escenario, un género y un protagonista tan similares, en realidad el trabajo que ahora presenta Alexander Payne es, ante todo, una historia con entidad propia, que no le debe nada al legado de Lynch.






Woody Grant (Bruce Dern) es un anciano alcohólico y con un principio de demencia senil, que vive una senectud aletargada en Montana (casualmente, el estado donde nació David Lynch). La notificación de que ha ganado un premio de un millón de dólares se convierte en un revulsivo vital, en su motivo para seguir adelante, para vivir. Aun advirtiéndole de que se trata de un timo, su hijo David (Will Forte) acompañará a Woody a través de grandes llanuras hasta Lincoln, la capital del estado de Nebraska, para reclamar el premio (Nebraska, por cierto, es el estado en el que nació Alexander Payne). Durante el periplo, recalarán en el pueblo natal del anciano, donde se extenderá el rumor de que Woody es rico. 


Más allá del argumento, cabe decir que ‘Nebraska’ no es sólo una ‘road movie’, sino una radiografía que muestra las luces y las sombras de la condición humana. Sobre todo, las sombras. En las calles del pueblecito de Woody, el tiempo que fue parece haberse detenido mientras la vida ha pasado por delante de los ojos de sus ciudadanos, como lo hace la programación en la pantalla de un televisor. La llegada del anciano “millonario” revoluciona la grisácea rutina de los habitantes de la pequeña ciudad y se convierte en el acontecimiento del momento. Pero la alegría desaparece cuando entra en escena el olor del dinero imaginario. La posibilidad de obtener parte del botín reaviva viejas rencillas y hace aflorar impulsos como la envidia y la avaricia. Poco a poco, Payne desentraña el complejo personaje de Woody, un pobre hombre ni bueno ni malo que, como tantos, a lo largo de los años se perdió por los caminos de la vida. La unidad de los Grant (la actuación de la nominada al Oscar June Squibb en el papel de esposa gruñona de Woody es divertida, sórdida e inolvidable) se erige como escudo protector del desgraciado y crédulo anciano. Dentro de esta unidad familiar, la complicidad que se va tejiendo entre David y Woody a lo largo del viaje (que es también una suerte de viaje interior) supone, quizá, una de esas luces que también deja entrever la radiografía de Alexander Payne. Los acordes de guitarra, la dulzura del piano, la melancolía del acordeón y de los violines de la banda Tin Hat Trio (liderada por Mark Orton, autor de la melodía que acompaña esta crítica) ayudan a crear esa atmósfera tradicional que flota en Nebraska: una postal en blanco y negro de la América profunda y, a la vez, un retrato colorista de los sueños que fueron y de los que aún nos quedan por alcanzar. Porque la aventura puede estar a la vuelta de la esquina. Y las razones para encontrarse de nuevo, también.

Tamara Vázquez

7 comentarios:

  1. Bonito paralelismo entre dos personajes: Woody Grant y Alvin Straight.

    En realidad, al final ambas películas (como dices cada una con personalidad propia) tratan sobre personas que se niegan a perder...

    Y, Tamara, no veas cómo he disfrutado mientras leía la crítica, escuchando la música de Nebraska. Una crítica con 'banda sonora'. De esta manera, mientras leía, recordaba de nuevo escenas y personajes. Todo en blanco y negro.

    A mí ese Woody Grant enorme con la memoria algo perdida... con rostro de Bruce Dern me emocionó... mucho.

    Besos
    Isabel

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  2. Hola Tamara.

    Aquí otro que acabó encantado tras ver Nebraska. A pesar de que sé que la comparación es injusta, ya que sus objetivos y estrategias son completamente diferentes, pero teniendo en cuenta que ambas tratan el amor hacia una persona que sufre una enfermedad degenerativa, a mí dame más Nebraska-s y menos Amour-es.

    Quizás lo que más me gustó de la película es esa necesidad de creer que un anciano demente es millonario por parte de una multitud de gente a pesar de las evidencia de la situación del hombre y de la insistencia de su hijo. Otra cosa que me fascinó es esa aparente muerte de Woody tras ser revelada la verdad por parte de su hijo (por enésima vez). Me parece muy acertado cómo es llevada a pantalla esa regresión física y mental que se dice que sufren los enfermos de ese tipo de condiciones: como una especie de vuelta a la historia de los Reyes Magos, una vez desvelada la verdad y desmontada la ilusión, ¿para qué continuar luchando?

    Recuerdo que a mí Los Descendientes me causó bastante rechazo pero entre que The Way Way Back me pareció muy disfrutable y la admiración que me provoca Nebraska, le tendré que dar otra oportunidad.

    Un abrazo.
    Aron.

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  3. Hola Tamara,

    me ha gustado mucho tu crítica, quizá porque comparto eso que dices del retrato colorista de sueños inserto en ese blanco y negro. Lejos de trasmitirme tristeza o melancolía, esa densa nube gris que envuelve la película más bien apaga la banalidad y rutina de un día soleado.

    Me encantan las road movies, sobre todo cuando enfrentan a los personajes no a los viajes sino a sí mismos como viajeros, donde hay que tener en cuenta destinos, compañeros de viaje, trasportes.... Payne parece decidido a hacer viajar a sus personajes, quizá es la mejor manera de reconocerse y encontrarse. En París je t'aime, en corto que dirige trata de una mujer que va a París, la ilusión de su vida, y tras estar allí lo que descubre no es la Torre Eiffel o los Campos Eliseos, descubre quien es.

    Me encanta Woody Grant, pero me encanta mirar la historia desde el hijo, esa otra historia que parece quedar en un segundo plano, donde no hay ni perdón ni reproche a un padre por toda una vida de desajustes emocionales y comunicativos, ni a una madre fría e hiriente. Hay una aceptación y un entendimiento por el otro, mirando desde el otro, sin juzgar su conducta, esa empatía de la que hablas.
    Porque a veces, cuando se dejas de pensar en uno mismo, es cuando se disipan las nubes, y es
    cuando realmente, puedes avanzar y continuar relajado el camino.

    Un saludo
    Cristina

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  4. También me rindo ante la película y me ha gustado mucho tu crítica Tamara, y aunque por supuesto me gusta Woody Grant, creo que me quedo con la esposa, a la que vamos también descubriendo a lo largo de la cinta y de los comentarios sobre todo de esa deliciosa editora del periódico local que no quiso seguir con Woody porque iba "un poco deprisa".
    Creo que también se refuerza el vínculo entre los hermanos (estupendo el "Saul" de Breaking Bad) que parece debilitado al principio de la película, y sobre todo destaco el retrato de una América a la que no estamos acostumbrados a ver en la pantalla, que es más común que la que sí vemos normalmente.
    Abrazos,
    Pilar

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  5. Tamara, tengo que confesarte que, al principio, con el primer párrafo, he arrugado un poco la nariz ante la mención a "Una historia verdadera", porque me parecía que la relación entre las dos películas era un poco arbitraria más allá de su relación con la tradición del realismo americano. No obstante, en el siguiente párrafo consigue es que esa relación encaje, a través de la relación con las ciudades natales de Payne y Lynch. La crítica está realmente muy bien, aunque no acabo de ver apropiado el adjetivo de "sórdida" aplicado a la esposa. Y al leer que mencionas lo de la América Profunda, sólo quiero mencionar un comentario que acabo de leer en Facebook de Elvira Lindo a propósito de "Nebraska": dice que se pone de los nervios cuando escucha a alguien hablar de América profunda, porque, subraya, esa América a la que se refieren es casi toda Norteamericana: Nueva York, San Francisco, etc... serían las excepciones a una regla que, desde fuera, nos parece de menor alcance del que realmente tiene.
    Y un comentario para Aron: al parece, tú y yo tenemos la relación inversa con Payne. A mí me vuelve loco "Los descendientes", pero "Nebraska" me parece una buena película que me deja bastante frío. Pero, ¿qué tiene que ver Alexander Payne con The Way Way Back?

    un abrazo,

    jordi

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    1. Hola Jordi.

      Los directores y guionistas de "The Way Way Back" son Jim Rash y Nat Faxon, que también escribieron el guion de "Los descendientes". Tras ver cómo fueron capaces de crear un personaje como el de Sam Rockwell y cómo lograron que un tipo como Steve Carell provocara rechazo, imaginé que mis problemas con "Los descendientes" fueron más míos que de la propia película. Y siendo sincero, nunca podrá disgustarme nada que sea obra del "dean" de Community.

      Un abrazo
      Aron

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  6. Gracias por el dato y la aclaración, Aron.

    abrazos,

    jordi

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