En cierto momento de
la película el hijo del protagonista se pregunta por qué su padre escribe un
libro si con una sola palabra es capaz de expresar una amplia gama de
emociones.
Algo parecido ocurre
con esta crónica que puede resumirse no en una pero sí en tres: sabe a poco.
Y, ojo, “poco” no es sinónimo de “malo” y Malavita no es una mala película.
El último largometraje
de Luc Besson es una comedia negra sobre una familia italoamericana
perteneciente a la mafia que, integrada en un programa de protección de
testigos, aterriza en un pueblo de la Normandía francesa. Los malos entendidos
entre ellos y la gente del lugar y la particular forma que los Manzoni, ahora
Blake, tienen de relacionarse y resolver los problemas, conforman el meollo de
la historia que también sigue los pasos de los mafiosos que intentan
liquidarles.
En cierto momento de
la película Gio Manzoni, Robert de Niro, enumera los diez motivos por los que
puede considerársele un buen tipo. Es muy probable que de Malavita salgan diez o más puntos fuertes: sus actores, la
presentación de los personajes, sobre todo del hijo y de la madre, el montaje
directo que confía en la percepción del espectador y salta de una escena de
despacho a un casi asesinato en la carretera y, particularmente divertida para
quien esto escribe, la secuencia en la que se llega a la localización precisa
del escondite de la familia, son ejemplos de momentos destacables. Pero la
sensación primera al salir de la sala es que el humor negro, eficaz sobre todo
en el tratamiento de la violencia, se ha quedado en gris oscuro y la historia,
la presencia de pesos pesados como Robert de Niro, Michelle Pfeiffer y Tommy
Lee Jones junto al director de Nikita,
León y El quinto elemento (aunque últimamente haya perdido fuelle) deberían
haber dado para más.
La inexorabilidad de
ese destino que los cuatro miembros de la familia deben aceptar pero al que no
se adaptan, daría para más. La relación entre el capo y su agente del FBI daría
para más e incluso el desarrollo de algunos de los mencionados puntos que
enumera Manzoni, daría para más. A cambio, se abusa de la risa fácil jugando con
las particularidades de americanos y franceses y hay un buen momento desaprovechado
al hipotecarlo para una auto referencia del productor Martin Scorsese.
No se trata de querer
ver una película diferente de la que ha hecho Luc Besson sino de ver todo lo
bueno que había en ella, que era mucho, y en lo que se ha quedado, que es poco.
Ana
Álvarez
Buen texto, que refleja muy bien las sensaciones que provoca la película, pero echo de menos algunas cosas: que menciones, por ejemplo, que se trata de una adaptación de la novela homónima de Tonino Benacquista y que elabores una reflexión sobre la posición de esta película en el contexto de la saga mafiosa: es importante que tanto la novela como la película sean posteriores a "Una terapia peligrosa" y "Los Soprano" y que De Niro, que fue emblemático mafioso en la película de Scorsese referenciada en la película, ya empezara a tomar a broma su propio arquetipo en "Una terapia peligrosa".
ResponderEliminarun abrazo,
jordi
Muchas gracias Jordi.
ResponderEliminarNo te falta razón, desde luego: la referencia literaria directamente se me pasó y la de Los Soprano probablemente sería obligatoria pero es que no he visto ni un solo capítulo y no me parecía honesto salvo que hubiera dicho esto justamente, que tendría que hablar de ella pero que no habiéndola visto, no sería correcto.
En cuanto a "Una terapia peligrosa" ¡qué más hubiera querido que acordarme! pero estaba luchando por no ver que todo el humor se iba en dirección a "Bienvenidos al Norte" y no podía pensar en nada más..
Gracias siempre, profe :-))
Besos
Ana