jueves, 6 de febrero de 2014

Ignasi M.


¿A que nunca has visto una tarifa tan pequeña?” era la consigna sobre la que giraba un anuncio de Amena de hace años en el que llovían del cielo personas que sufrían enanismo. Anuncio que tuvo que ser retirado al quejarse varias organizaciónes de disminuidos físicos del contenido del mismo. Suerte similar corrió un anuncio musical de Bocatta que parodiaba el estilo de vida de los campesinos y que hirió la sensibilidad de la Asociación de Agricultores de Valencia. El andaluz soso que encontraba la gracia en Euskal Herria que utilizó EITB para promocionarse también fue demasiado para el Partido Popular de Andalucía que exigió que se retirara el anuncio. En un mundo ansioso por cogérsela con papel de fumar son necesarias películas, y personas, como Ignasi M.. Con motivos suficientes como para denunciar a cualquier asociación de personas que se consideraran afectadas por algo, la actitud ante la vida de Ignasi Millet debería estudiarse en las escuelas de todo el país. Al menos así las futuras generaciones entenderían que existen problemas más graves a los que hacer frente que ciertos anuncios promocionales. 

Contar la sinopsis de Ignasi M. sería un pequeño sabotaje a la estructura que da forma al documental. Siguiendo una estrategia similar a la que tanto éxito le conllevó a Searching for Sugar Man, Ventura Pons decide ir revelándonos poco a poco las pequeñas tragedias que componen la vida de Ignasi logrando en el espectador al mismo tiempo intriga (¿qué más le puede ocurrir a este hombre?) e incredulidad (¿por qué no han hablado antes de esto?). No solo recuerda al multipremiado documental de Malik Bendjelloul sino que incluso lo mejora ya que la decisión de contarnos la historia de Sixto Rodríguez como si de una película se tratara fue un recurso tan acertado como gratuito, sin embargo en Ignasi M. esa estructura forma parte del mensaje de la propia película. Sería contradictorio para una historia cuyo mensaje final defiende que hay suficientes distracciones en el mundo como para pasarnos la vida lamentándonos, que esta fuera presentada como un enorme drama a pesar de contar con material suficiente como para, a su lado, hacer de Precious una comedia blanca.

Ventura Pons decide desarrollar la historia de Ignasi Millet con un estilo y tono similar a las dramedias televisivas que tan en boga han puesto canales como Showtime o las películas independientes de los Reitman, Cody o Payne que tanto éxito de crítica y público están teniendo en los últimos años. Significativo es el diálogo que tiene Ignasi con uno de sus mejores amigos: “Tenemos la habilidad de convertir todo lo que nos pasa en tragicomedia”. El elemento que añaden Millet y Pons y que generalmente no es tan habitual en las historias antes mencionadas es el de la honestidad. Ignasi es un tipo comprensivo, independiente, convincente y convencido, y así lo es el documental que narra su vida. A pesar del “carpe diem” que irriga cada conversación que tiene Ignasi a lo largo de la hora y media que dura el documental no se puede obviar una de las primeras sentencias que ofrece el protagonista de este optimista y vitalista documental: “No puedo culpar a nadie porque se quiera suicidar”.


Aron Murugarren

5 comentarios:

  1. Aron,
    Que buen comienzo y que razón tienes con el tema de ser "políticamente correcto" estos días, menudo rollo!
    La forma en que planteas tu crítica me da realmente ganas de ver el documental, puesto que "Searching for Sugarman" estaba en mi lista del 2013, y bueno, si hace de "Precious" una comedia blanca, debe ser realmente tremendo. Gracias como siempre por estos puntos de vista tan bien y orginalmente argumentados.
    Saludos,
    Pilar

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    1. Hola Pilar.

      Me parece que "Searching for Sugar Man" es más "película" en el sentido de que tiene sus misterios que resolver, y hace tiempo que la vi, pero creo recordar que tiene sus particulares puntos de giro y climax. Ventura Pons, bajo mi punto de visto, sigue esta estrategia de utilizar elementos más propios de la ficción a la hora de relacionar los temas que va a ir tratando en el documental (como que Ignasi mencione a su hijo en la conversación anterior en la que va a aparecer) y en el modo de hacerlo.

      Luego la relación con las películas independientes o dramedias televisivas la veo más en los componentes de la familia de Ignasi (una pareja de lesbianas en sillas de ruedas, unos padres propios de la Brenda Griffiths de Six Feet Under, un hijo evangelista cuyos padres son homosexuales...). El tono surrealista pero a la vez real, tratado de una forma tan ordinaria (en el sentido más básico de la palabra) y lejos de artificios, forma un combo tan divertido como digno de reflexión sobre algunas convenciones.

      Un abrazo.
      Aron.

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  2. Me gusta la crítica, pero creo que tengo un reproche enorme qua hacerte: que hables de tragedia. La película se ha promocionado así, como el testimonio vitalista de alguien a quien le han pasado muchas desgracias. Yo no lo veo así: sí, es cierto, es jodido tener un padre mayor que se haya intentado suicidar y tener una enfermedad crónica del calibre del sida no debe de ser moco de pavo, pero todo el resto del retrato me parece que sólo puede ser sancionado como terrible por una mirada tremendamente conservadora: que una familia los padres sean un homosexual y una lesbiana y uno de los hijos un evangelista no me parece ni de lejos dramático. El afecto y la comunicación que hay en esa familia que lo es todo menos desestructurada me parece una preciosa lección de vida. Por tanto, lo de traer a colación "Precious" me parece inoportuno: ahí había tremendismo y aquí hay otra cosa muy distinta.

    un abrazo,

    jordi

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    1. Hola Jordi.

      La semana pasada, una vez ya había escrito mi crítica, decidí leer la tuya porque aun no lo había hecho y sabía perfectamente que iba a recibir esta pequeña bronca.

      Fíjate, entiendo perfectamente tu punto de vista y reconozco que me parece mucho más rico que el mío y que demuestra mucha más profundidad de miras que la que yo he ofrecido pero también te digo (y espero que no suene muy contradictorio) que creo que el mensaje que quiere emitir la película esta más cerca de promulgar esa relativización de la tragedia que el amor de una familia, un tanto curiosa. Simplemente me baso en cómo comienza la película, ese catálogo de medicaciones que nos muestra Ignasi y cómo finaliza, con esa frase, que no recuerdo textualmente, pero que nos animaba a entretenernos con las múltiples distracciones que ofrece la vida.

      Ojo, una cosa importante también, en ningún momento mi intención es decir que una pareja de homosexuales que tienen un hijo evangelista sea algo dramático. Digo que la ironía que destila esa situación es realmente jugosa para crear un argumento digno de dramedia televisiva o cinematográfica. Ahora, tener SIDA, cerrar tu empresa, no poder tener el contacto deseado con tu hijo, asistir a un posible fallecimiento de tu mujer, un padre suicida... Sigo pensando que esta historia la coge un director tremendista y hace que te quieras sacar los ojos en mitad de la sala de cine.

      Un abrazo
      Aron

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  3. Sí, Aron, entiendo tu punto de vista y asumo que en mi recuento de posibles tragedias obviaba lo de la empresa y lo de la mujer... Tampoco creo que la película tenga un mensaje: es un retrato y es la fidelidad del retratista al espíritu y temperamento del retratado lo que aporta esa mirada positiva y optimista. Tampoco quería yo transmitir la idea de que la película habla de una familia que se ama: más bien, la naturaleza de esa familia plantea muchas cosas que apelan a cuestiones, sobre todo relativas a homosexualidad y paternidad (biológica o no), que, como bien sabes, enervan a los sectores más conservadores de la sociedad. Tienes razón en lo del director tremendista: por eso el trabajo de Ventura Pons es tan apreciable: por el tono y por la habilidad narrativa de esa construcción de informaciones dosificadas que tan bien has apreciado en tu crítica. Quizá uno de los temas importantes de la película sea la idea de que tener el placer como principio rector vital es algo que no está reñido ni con la ética, ni con la responsabilidad individual. Ignasi sabe que sólo se puede vivir con placer, y que uno puede encontrar ese placer incluso en las condiciones más adversas. A mí me encanta la escena de las pastillas -en parte, porque yo también tengo que tomarme muchas por mi diabetes y mi hipertensión-, pero creo que el humor con que Ignasi contempla esa rutina de dosis es una pequeña lección vital y un estupendo prólogo para el retrato.

    un abrazo,

    jordi

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