viernes, 14 de febrero de 2014

La gran rutina hollywoodense


“La gran estafa americana” (“American Hustle”, David O. Russell, 2013)

Los años 70 del pasado siglo, época en la que transcurre “La gran estafa americana”, fueron en Estados Unidos una década de numerosas turbulencias en lo político y en lo económico (guerra de Vietnam, Watergate, crisis del petróleo), pero gloriosa para el thriller cinematográfico, género que alumbró entonces un buen puñado de excelentes películas: “La conversación”, “Las noches rojas de Harlem”, “Serpico”, “Contra el imperio de la droga”, “Domingo negro”, “La noche se mueve”, “Harry el Sucio”,…

Nada de la garra y de la brillantez de las mejores muestras de aquel periodo aparece en “La gran estafa americana”, recreación bastante libre de un suceso de la época que convirtió en aliados en una rocambolesca operación a una pareja de timadores y el FBI, con el resultado de que varios políticos fueron detenidos por aceptar sobornos.

El guión del propio David O. Russell y Eric Warren Singer se muestra disperso en el desarrollo de la trama e ineficaz en el manejo de la tensión, centrándose más en el retrato, por otra parte muy superficial, del quinteto protagonista: el dúo de hustlers que encarnan Amy Adams y Christian Bale, la mujer algo desequilibrada de éste (Jennifer Lawrence), el ambicioso agente del FBI que impulsa la operación (Bradley Cooper), y el alcalde engañado por aquellos que interpreta Jeremy Renner. Pero allí donde podrían emerger conflictos interesantes en el triángulo amoroso-sexual Bale-Adams-Cooper, o en su paralelo Adams-Bale-Lawrence, lo previsible y la falta de densidad acaban por anegar el conjunto.

Aunque Russell parece mirar hacia Scorsese (acotación: quizá está aún por estudiarse la larga sombra del maestro italoamericano sobre tantos directores contemporáneos), también la falta de creatividad estilística es notoria. Russell, por ejemplo, se recrea rutinariamente en abundantes movimientos de cámara circulares alrededor de los personajes, o en la aproximación veloz de la cámara al actor para reforzar la tensión/emoción.

Si cabe hablar de mojigatería en el plano formal, tampoco se puede pasar por alto la que ha llevado al director a un enfoque que atenúa la carnalidad de las dos actrices protagonistas, cuando por paradoja ambas muestran ampliamente sus encantos físicos. En el caso de la Adams, que luce abismales escotes y largo muslamen, quizá se podría aventurar que Paul Thomas Anderson logró extraer más fuego oculto en algunas miradas de su victoriana ciencióloga para “The Master”, de lo que Russell se ha atrevido a hacer. En cuanto al resto del reparto, Bradley Cooper y Jennifer Lawrence sobreactúan, lo que les aproximaría al Oscar, mientras que Jeremy Renner lidia como puede con un rol muy plano. Sólo Christian Bale, con barba, gafas ahumadas y una barriga a lo Jake La Motta/Robert De Niro, logra trascender con algo más que buen oficio las limitaciones de su personaje.

El final, en línea con el del anterior film de Russell “El lado bueno de las cosas”, es un monumento a la complacencia en versión contemporánea del American Way of Life.

Javier Valverde

5 comentarios:

  1. Ja, ja, ja, querido Javier, esta película la fui a ver el miércoles (¡por favor, que alarguen todo el año lo de la entrada a 3,90 o 4 euros!) y discrepo de tu por otra parte buena crítica y mirada.

    Sigo en mi defensa a ultranza del señor David O. Russell y su manera de contar historias. Así como el señor Scorsese en El lobo de Wall Street presentaba cómo el mundo de las finanzas, el destino de muchísimas personas, está en manos de un grupo de payasos amorales. David O. Russell logra, de nuevo, mostrar el lado humano de una pandilla de estafadores inadaptados.

    Y es que ése es el punto que me fascina de O. Russell el amor y el cariño desproporcionado que muestra hacia sus personajes haciendo que el espectador les tome el mismo cariño que él.

    Así aquí es fascinante la presentación que realiza del personaje de Christian Bale (con esa larga escena de su colocación del peluquín) y cómo plasma la relación entre éste y Amy Adams (y cómo son dos supervivientes que se reinventan continuamente… cómo Bale hace con su peluquín). Todas esas imágenes y las voces de ambos en off… uniendo sus destinos.

    Al final lo que menos me importa es la trama de la gran estafa y lo que más son cada uno de sus personajes… porque todo gira alrededor de ese cuadro que le enseña Bale a Cooper, esa copia que es una auténtica obra de arte (ya esta idea pululaba también en otra película reciente La gran oferta)… y lo que le dice a continuación: nada es blanco o negro, sino que hay muchos tonos de grises.

    Y eso es lo que hace siempre O. Russell con sus personajes: mostrar las distintas tonalidades de personajes que en la vida real quizá señalaríamos con una sola palabra sin ser conscientes de los matices. Personajes que probablemente no daríamos la más mínima oportunidad. Y tal como lo plantea O. Russell, su mirada nos complica bastante más la vida porque dota de tal humanidad a su personajes que aun realizando actos (y comportándose) de una manera ilícita los miras con ‘compasión’ (ampliando, por favor, el significado del término). Así el personaje desequilibrado de Lawrence te produce una tremenda pena y ternura o el patético Bradley Cooper (el personaje, no el actor) con sus rizos e inseguridades te provoca pena con sus continuos fracasos vitales…

    Espero que me perdones por el rollo que he soltado… pero es que creo que O. Russell, efectivamente tampoco hay que encumbrarlo como lo más pero sí tenerle en cuenta como un realizador especial con una mirada personal.

    Besos
    Isabel

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  2. Hola Javier.

    Tenía muchas ganas de saber qué opinión te merecía a ti y al resto de compañeros del curso esta película porque yo tengo una teoría sobre la misma algo (espero que no mucho) descabellada. Se fundamenta principalmente en que esa "gran estafa" es la industria cinematográfica y se complementa con la trayectoria de David O. Russell. Intentaré ser lo más breve posible.

    O'Russell tiene dos claras etapas: la pre-The Fighter y la post-The Fighter. Hasta The Fighter había hecho una serie de películas con un claro ideal consistente en defender que la mejor manera de vivir era con honestidad y sin tratar de engañarse a uno mismo (Flirting with disaster, Tres Reyes y especialmente, I Heart Huckabees) algo que choca directamente con esta American Hustle que se fundamenta en una mentira al espectador (como comentaba Isabel, hay parentesco con La Gran Oferta, excepto que en esta el engaño era al espectador a través del protagonista, en esta es el protagonista quien engaña al espectador).

    Curiosamente en Silver Linings Playbook el personaje de Bradley Cooper se quejaba en un momento dado de por qué la vida no podía terminar como las películas o novelas de amor (algo que iba en sintonía con el desarrollo de Flirteando con el desastre, a pesar de tener un desenlace positivo), terminando ese film exactamente de la misma manera que esas historias a las que hacía referencia Pat.

    No sé, creo que David O. Russell está bastante cansado de cómo funciona la industria hollywoodiense y está haciendo un meta-discurso, alterando completamente el mensaje de su obra y viendo como entonces los premios le están llegando. Como diciendo que cuanto más se aleje uno de su autoría mejores críticas y más éxito logrará. Para mí su mejor película es I Heart Huckabees y no se me ocurre una película más antagónica que esta American Hustle. Curiosamente la que todo apunta que le proporcionará su primer Oscar. Algo realmente (y espero que conscientemente) irónico.

    Ya lo dice Christian Bale al final de la película: "“No te puedes engañar a ti mismo por mucho tiempo. Así que tu próxima reinvención, más vale que se haga bien”.

    Un abrazo.
    Aron

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  3. Estoy de acuerdo con la vision decepcionada de Javier y ojalá sea cierta la teoría de Aron, porque sí es verdad que había mucho que apreciar en el cine de Russell antes de que le llovieran nominaciones...

    Isabel, querida, no: el cariño desproporcionado que Russell tiene por sus personajes, en modo alguno consigue que se les tome el mismo, al menos en lo que a mi se refiere, excepto en el caso del de Bale, cínico y escéptico (y vuelvo a la teoría de Aron), el más logrado porque, entre otras cosas es el que ve claro el rumbo que van tomando las cosas.

    Nos vemos en un rato :-)
    Ana.

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  4. Estupendo debate el que se forma con la unión de la crítica y los dos comentarios. Precisamente, yo estoy pez -pez no: directamente virgen- con el David O. Russell post-Fighter: me faltan las tres últimas películas y las anteriores tampoco me vuelven loco, ni me permiten identificar una identidad de autor. Por tanto, no sé cuál sería la posición a la que me acabaría acercando más en este debate, pero creo que toda son sólidas y están bien argumentadas, empezando por la razonada y sabiamente templada objeción de Javier.

    un abrazo,

    jordi

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  5. Mis disculpas. Cuando he escrito mi comentario, mencionaba sólo dos comentarios, porque no había leído el de Ana. Incluyo, pues, este último comentario en lo dicho, porque también encaja a la perfección en el perfil de buen debate.

    abrazos,

    jordi

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