viernes, 25 de abril de 2014

En la trastienda


“Paradiso” (Omar A. Razzak, 2013)
 
Como un túnel del tiempo, el largo pasillo de acceso al cine Duque de Alba, nos transporta a una época anterior a la revolución de Internet en que no eran escasos esos espacios que hoy conocemos como cines X. El Duque de Alba de la película “Paradiso”, localizado en el corazón de Madrid, adquiere un carácter universal propiciado por el enfoque de Omar A. Razzak y su coguionista Daniel Remón. Dicha sala sobrevive en la capital de España, pero la poda de casticismo o localismo se ha trabajado tan a conciencia, que podría hacerlo en cualquier otra ciudad peninsular e incluso del mundo occidental.
 
Con una estética de planos fijos, de sucesión de estampas, la película arranca con una visualización en plano general del cierre de la reja al final del largo corredor de entrada. Nuestra mirada reside en el interior del cine, oculta, indiscreta, y ahí permanecerá durante buena parte del metraje, sorprendiendo las conversaciones y rutinas diarias de sus trabajadores (Rafael, el encargado, y Luisa, la cajera cercana a la jubilación) y clientes habituales. No hay la más mínima sordidez en el retrato de un microcosmos que ciertas convenciones sociales asocian con la degradación y el patetismo, y coherentemente no será hasta cerca del final que accedamos a la sala de proyecciones. En un hallazgo magnífico, los gemidos y orgasmos que llegan de esta servirán como contrapunto a la pura cotidianeidad de los diálogos entre el encargado y la cajera. Ambos quedan retratados como profesionales tranquilos y competentes, y Rafael incluso desborda creatividad para reflotar un negocio arrollado por la crisis y los cambios en los canales de consumo de cine porno: una de sus mejores ideas será reconvertir el patio interior en una terraza para los clientes fumadores.
 
Entre los mejores fragmentos de este documental con ocasionales aires de comedia, está la desternillante escena en que Rafael, Luisa y uno de los parroquianos más pintorescos comentan con ingenuidad de espectadores primitivos las obras maestras del canon cinematográfico, de “El gran dictador” a “Ciudadano Kane”, de “2001, una odisea del espacio” a “La dolce vita”, quizá homenaje a una forma de vivir el cine tan apasionada como la de la cinefilia más erudita.
 
Javier Valverde

5 comentarios:

  1. ... Fui a verla ayer y después hubo coloquio con el director, el encargado del cine y la taquillera. PARADISO me hizo sonreír. Como dices, el documental te atrapa en un túnel del tiempo... en un espacio donde parece que este se ha detenido. Contrasta no solo la ritualidad y profesionalidad del encargado y la taquillera en el día a día sino los destellos de ternura e inocencia que surgen en ciertos momentos: en los diálogos que escuchamos, en algunas acciones... Y todo en un ambiente que es una isla en la ciudad, y una isla al margen... una sala X en el centro de Madrid que se mantiene abierta. Todo transcurre fuera de la sala (lo que ocurre en la sala entra en el terreno de la privacidad...), en los otros espacios. El edificio en sí es decadente pero esa decadencia se transforma en encanto sobre todo cuando se siente el cariño del encargado y el respeto hacia su sala y sus fieles espectadores.
    ... Momentos de ternura efímeros, como ese anciano espectador que lleva una rosa a esa taquillera maravillosa a punto de jubilarse. O esa relación entrañable entre el encargado de la sala y la taquillera que comparten esa última tortilla de patata. Y ese beso que le da la taquillera al encargado... ese último día de trabajo, antes de subirse al autobús... de compañeros, de tiempo compartido, de respeto mutuo.

    En el coloquio el encargado de sala se mostró como es en la película: detallista y cuidadoso hasta el final... llevó regalos y sorpresas para los espectadores. Y la taquillera nos hizo reír como mujer entrañable con anécdotas y buenas contestaciones. Por cierto pronto se presenta el dvd (creo que el 14 de mayo) y esa presentación se hará en el propio cine Duque de Alba..., nos invitaron a todos.

    Besos
    Isabel

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  2. Hola Isabel,
    ¡Qué interesante debió de ser sin duda ese coloquio! Y buen arsenal de anécdotas deben de tener Luisa y Rafael. Me alegraría mucho que el modesto éxito que está teniendo la película ayudara a que esta resistente sala siga abierta por más tiempo, y Rafael siga desplegando todo su talento al timón.
    Besos y buen puente,
    Javier

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  3. Parece que habrá que ir al cine Duque de Alba el 14 de mayo, ¿no? ¿alguen se anima? Muy buen comentario como siempre Javier, me gusta lo del "túnel del tiempo" y me imagino muy bien a sus protagonistas y las anécdotas vividas estos años, sobre todo pre-internet! Y que bien Isabel que estuvieras en ese coloquio tras la película. La verdad es que se me hace difícil ir al Matadero un domingo a las 20:30 horas, por lo que veré la película en otro formato cuando esté disponible.
    Abrazos,
    Pilar

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  4. Muy buen texto, Javier. Quizá echo algo de menos: que hables de los retratos bastante humanos y conmovedores que la película ofrece de algunos de los clientes habituales -el anciano que canta la copla "Tengo miedo"; el extraño tipo con afición al agua de colonia...-. Me parece muy interesante lo que apuntas al final de tu texto sobre las maneras de vivir la cinefilia (no tan distintas) en coordenadas muy distintas del prestigio cultural.

    un abrazo,

    jordi

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  5. Totalmente de acuerdo Jordi en que esos memorables clientes habituales hubieran merecido unas líneas en la crítica.
    Un abrazo,
    Javier

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