martes, 1 de abril de 2014

La segunda mujer


Oímos náuseas, estamos en  un cuarto donde se cuelan unos pocos rayos de luz. Reflejada en un espejo  una mujer limpia su rostro con signos de no encontrarse bien. Entran más mujeres, y la primera de la que escuchamos las arcadas, le cede su lugar ante el espejo  a otra vestida de blanco, de boda. Así comienza La segunda Mujer, con un espejo que se convierte en fiel reflejo y ventana de la compleja realidad femenina.

Umut Dag realiza su primer largometraje en clave de representación de la configuración social (y cultural) de la diferencia sexual en términos de género, abordando la discriminación de las mujeres y su continua situación de subalternidad en la que vive. Una historia de mujeres, una historia que nos sitúa en ese ámbito doméstico en el que está confinada, y donde sucede la mayor parte de la trama, en espacios cerrados, espacios de intimidad. En esa escena inicial ya encontramos las dos realidades en las que trascurre el film: mientras las mujeres están en esa oscura habitación con filtraciones de luz, los hombres juegan y cantan fuera en la celebración de la boda, con un espíritu festivo que no parece salpicar a todos los participantes. Un travelling persigue al coche que lleva a la recién casada pareja fuera del pueblo, nos encaminamos hacia la inevitable realidad que se sucederá a partir de ese matrimonio.
El director no solo construye una historia protagonizada por mujeres, sino que sabe alumbrar una situación mayoritariamente retratada  desde el discurso dominante masculino propio del cine. Un discurso que ha establecido un imaginario colectivo muy eficaz a la hora de perpetuar los roles y lugares propios de hombres y mujeres dentro y fuera de lo cinematográfico. Con elipsis temporales, el tiempo no parece ser aliado de las protagonistas, estableciendo una especie de “status quo” con las mismas, indicando a los espectadores que con los fundidos a negro, lo único que pasa para ellas es eso: tiempo.  Las mujeres de esta historia (de la Historia) construyen su identidad dentro del ámbito de la familia, y no de la acción: la mujer es madre, esposa y administradora del hogar. Y aquí no hay cabida para nada más,  el amor o el trabajo (el peligro de la solvencia económica), son elementos que interfieren en ese orden patriarcal instituido. Tanto Ayse como Fatma (la primera y la segunda mujer), procediendo de lugares y momentos distintos, se identifican con ese discurso, y lo asumen como propio. Y será esa disparidad lo que les lleve a enfrentarse con aquellos elementos amenazadores del orden establecido de forma muy distinta, pero llegando al mismo punto: ser el ángel del hogar y mantener  la dignidad de la abnegada y honrada esposa.
Los personajes masculinos se encuentran en un plano secundario de la trama. El realizador reconoce la intencionalidad con que esto sucede en la película, ya que pretende situarlos en el mismo lugar en el que han aparecido las mujeres tradicionalmente en el cine. El  marido apenas en escena y con escasos diálogos, y el hijo mayor, que soporta más parte de la trama, quizá  porque  comparte con las mujeres la marginalidad propia del que se encuentra “marcado” socialmente.


La situación de la mujer en el mundo árabe está muy condicionada al contexto de cada país. Es fácil identificar un imaginario colectivo  que, sin embargo, no es el que comparten todas las mujeres de los países árabes.  Las circunstancias cambian y afectan a la cotidianidad de las mujeres, lo que se refleja en el cine que nos llega de países tan distintos como Líbano (Caramel, ¿Y ahora adónde vamos?), Irán (Offside, Nader y Simin), o Arabia Saudí (La bicicleta verde).  Y sin embargo, sí podemos identificar dos elementos presentes en todas ellas: la situación de subalternidad construida a través de imágenes que consolidan a las mujeres como otredad; y la representación de un colectivo que sin victimizarse y a través de la solidaridad femenina, combate el orden patriarcal instaurado.  A principios del siglo XX, Qasim Amin, intelectual y escritor egipcio, publica en su “Emancipación de la mujer” una defensa de los derechos de la mujer, vinculando la decadencia que sufrían las mujeres a la decadencia de la propia sociedad islámica. La situación de la mujer, subordinada a la familia por su naturaleza y por la voluntad de Dios, entiende que deriva de una mala interpretación  del Islam. De esta manera, sus reivindicaciones pasaban por reinterpretar los textos islámicos, concluir con la obligatoriedad del velo, la prohibición de la poligamia y de la práctica no recomendable del repudio. La segunda mujer llega más de un siglo después de estas reivindicaciones, tras una gran elipsis donde el tiempo parece no haber sido el suficiente para que se puedan alcanzar dichos cambios.


Cristina

3 comentarios:

  1. Cristina, LA SEGUNDA MUJER es una de esas películas que se me ha quedado pendiente su visión pero que sé que terminaré viéndola...

    De tu interesante y compleja crítica, que ofrece una lectura llena de matices de la película, me llama la atención un asunto que desarrollas en dos planos: en particular, cómo ha sido reflejado el universo femenino en el mundo árabe en el cine. Es curioso porque presentas una serie de películas en que solo la mujer es la que sustenta el relato. La voz silenciada o también la voz que ignoramos o simplificamos (que no conocemos, como espectadores de mirada occidental) se convierte en personaje potente e imprescindible en la ficción cinematográfica árabe (me viene a la cabeza también El Círculo que vimos en el curso el año pasado).

    Y en lo general, cómo universalizas el tema y te trasladas a la representación de la mujer en el cine en la historia: "Un discurso que ha establecido un imaginario colectivo muy eficaz a la hora de perpetuar los roles y lugares propios de hombres y mujeres dentro y fuera de lo cinematográfico...". Por ahí hay un ensayo (o varios ensayos) y varios debates apasionantes y extremadamente ricos sobre cómo se ha representado (y se representa) lo femenino en la ficción cinematográfica.

    Besos
    Isabel

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  2. Hola Cristina

    ¿Sabes lo que más me llamó la atención a mí de esta película? Que olvidé por momentos la existencia de una sociedad opresiva con las mujeres porque también me estaban contando que familias disfuncionales las hay en todas las culturas.

    Fatma, la madre, toma una decisión (que tiene sentido claro está por la férrea sociedad patriarcal en la que viven) y se sale con la suya. Es una decisión que a la larga se evidenciará como errónea, porque Ayse, la segunda mujer, no tiene el mismo empeño en mantener una unidad familiar que ni siquiera es la suya… aunque será muy alto el precio que pague por ello.

    Así el título de la película es tan revelador como engañoso: en el mundo oriental es lícito el matrimonio del hombre con varias mujeres pero Umut Dag le da el protagonismo, no al arquetipo, sino al instrumento que abre una grieta inesperada en una estructura monolítica.

    Me gustó La segunda mujer. Me gustan las películas que me explican, que descorren el velo ante mis ojos occidentales y me gustan las que me descubren fisuras que reflejan cambios en situaciones que no deberían existir.

    Besos 

    Ana.

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  3. Has hecho una crítica muy sólida, aunque quizá demasiado ideológica. Me gusta que empieces hablando de la escena que abre la película y cómo, a través de su análisis formal, llegas al fundamento del discurso. No obstante, lo que a mí me llamó mucho la atención de la película fue, precisamente, la manera en que mostraba cómo ese pensamiento patriarcal estaba plenamente infiltrado en ese microcosmos casi exclusivamente femenino. No hay hombres "malos" en esta película: tan sólo una tradición cultural y religiosa que lo ha infectado todo, incluso el modo de pensar y funcionar de unas mujeres que son, esencialmente, "buenas" y cuyos motivos y motores nos pueden parecer perfectamente razonables. En todo caso, una crítica compleja y complicada para una película compleja y complicada.

    un abrazo,

    jordi

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