viernes, 9 de mayo de 2014

Hay que (intentar) vivir



En marzo de 1939 el primer prototipo del Mitsubishi A6M Zero, conocido simplemente como “Zero”, superó las pruebas de vuelo. Los Zero se hicieron dueños del aire a principios de la Segunda Guerra Mundial y protagonizaron el bombardeo de Pearl Harbor. Aún después de quedar obsoletos nunca se los sustituyó completamente y en su última época se utilizaron en los ataques suicidas de la aviación japonesa.

Al final de la última película nacida en el Studio Ghibli, el ingeniero creador de los Zero, caminando entre esqueletos con alas de metal, se lamenta de que ninguno volviera a casa.

Hayao Miyazaki, en la película más realista de su carrera, muestra su alma de ingeniero y su amor por el vuelo adaptando su propio manga, Kaze Tachinu, sobre la vida de Jiro Horikoshi al que la miopía impidió ser piloto y cuyo genio llevó a su país de la cola a la cabeza de la aviación mundial.

Miyazaki ya disfrutó desplazándose por los aires en El castillo en el cielo o El castillo ambulante o la inevitable referencia que supone Porco Rosso y, convierte el espacio de los sueños en el lugar de encuentro entre Giovanni Battista Caproni, el pionero italiano de la aviación (en la base de la película sobre el cerdo piloto) y el  “muchacho japonés” a sabiendas de que ambos son soñadores diurnos. Los peligrosos que diría T.E.Lawrence: los que viven su sueño con los ojos abiertos para hacerlo posible.

El viento, esa mano transparente que sólo adquiere solidez cuando choca con los objetos, es el alma animada de la película. Y se percibe casi en cada imagen. Las técnicas se emplean para recordar lo básico: que todo parte de una mano maestra con un lápiz. No hay brillos en los fuselajes, ni terceras dimensiones, ni cada cabello se mueve independientemente. Pero en medio de paisajes de rabiosos verdes y azules o plúmbeos grises de fábricas y metal, El viento se levanta y mueve la hierba y empuja las nubes, agita la ropa y revuelve los cabellos. El viento roba los sombreros y juega con ellos como el destino jugará con los corazones de Jiro y Nahoko en su trágica historia de amor. Nahoko, hermosa como el viento. Nahoko, el viento bajo las alas de Jiro, tan bonita bañada en una luz mágica la noche de su boda.

El viento arrastra las pavesas encendidas en la impactante escena del terremoto después de que la tierra brame y se alce en olas destruyendo la ciudad a su paso. El viento rompe en pedazos las criaturas que nacen en los hangares y osan intentar remontarlo mientras se quejan y tabletean y rugen motores con voces inequívocamente humanas.

No hay un guión ligero que acompañe los dibujos para que lo padres se lo pasen bien. El espectador de El viento se levanta tendría que salir de su proyección más triste pero también más sabio. Hayao Miyazaki se retira del cine y muestra una vez más su técnica virtuosa y su humanismo con un conmovedor drama histórico y biográfico, no exento de polémica. Un canto a lo hermosa que es la vida aunque duela y a los sueños, aunque estén malditos.


Ana Álvarez

2 comentarios:

  1. Hola Ana:
    Me parece una crítica preciosa, muy bien escrita e impregnada de la misma poesía que la película. El viento se levanta es la primera película que veo de Miyazaki y la verdad es que no me ha entusiasmado demasiado, más por la historia que por el dibujo (que como tú bien dices es obra de un maestro) pero me parece que el guión deja algún cabo suelto y no profundiza en el conflicto personal que supongo le plantearía al protagonista (al que presenta como un soñador y casi un artista) el haber diseñado un avión que se convertiría en el arma de guerra fundamental para los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, la historia de amor de Jiro y Nahoko está muy bien narrada pero con un ritmo pausado que, aunque seguramente es necesario, a mí me aburrió un poco. En fin que no conecté con la historia de Miyazaki pero, lo dicho, tu texto me ha gustado mucho.
    Un beso,
    Almu.

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  2. Una crítica estupenda, Ana: a partir del quinto párrafo, cuando empiezas a hablar del viento, has encontrado la forma más elegante posible para descifrar y analizar el lenguaje animado de la película. No obstante, destaco también la objeción de Almudena sobre el conflicto personal del personaje que, de hecho, es lo que hace que una película tan luminosa e idealista sea, también, terriblemente problemática. Sí, Miyazaki y el personaje, a instancias del Caproni soñado, toman la decisión de cumplir ese sueño aunque eso les comprometa con lo oscuro. Es una decisión explicada en la película, pero que no evita a esta ser polémica y conflictiva y, de paso, enturbiar algo el pacifismo militante del director. Está muy bien que te hayas cuestionado eso, Almudena.

    un abrazo,

    jordi

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