"Los canallas" ("Les salauds", Claire Denis, 2013)
Tanto como su excepcional sentido de
la narración elíptica, el poder de sugerencia de los pequeños detalles es uno
de los rasgos más notables del talento de Claire Denis. En “Los canallas”,
su última película, un buen ejemplo sería una escena al comienzo en que Chiara
Mastroianni y Vincent Lindon se encuentran en el portal del edificio en que
viven, y este se inclina para reparar la bicicleta del hijo de aquella. Apenas
un plano oblicuo del escorzo de Lindon y la mirada que arroja la Mastroianni
sobre una fuerte espalda masculina, y se tiene ese fósforo que Robert Bresson
buscaba liberar uniendo un plano con otro. En esa breve escena están
contenidos, sin subrayados, todo el deseo ya latente y el drama por venir.
El deseo sexual, desde el más
reconfortante de las relaciones entre Lindon y la bellísima Mastroianni hasta
el más inconfesable, está en el trasfondo de este turbio thriller, con
Lindon descendiendo a los infiernos familiares como George C. Scott en “Hardcore”
(1979), un justiciero llegado de la Marina para indagar en los extraños sucesos
que han conducido al suicidio de su cuñado, la quiebra de la empresa familiar y
la mutilación de su sobrina. El deseo es un tema recurrente en la obra de
Denis, llegando incluso a ser origen y relato de un film entero como “Vendredi
Soir” (2002). Y en
consonancia con ese interés, esta insólita cineasta busca, por una parte,
cartografiar los cuerpos en detalle, y por otra, acercarse a los rostros,
filmando unos primerísimos planos que no se parecen a cualesquiera otros (más
sugestivos, más audaces, por ejemplo, que los de Abdellatif Kechiche en “La
vida de Adèle”).
El ritmo de la película, de una
lentitud adictiva, se revela como muy apropiado a lo que se narra, un ritmo que
permite macerar en la mente y la sensibilidad del espectador esa viscosidad,
esa sordidez progresiva de los descubrimientos del vengador protagonista, haciéndole
partícipe del mismo malestar que este experimenta. Pero no es tiempo de
heroísmos, y la
película quizá pueda verse como una metáfora de cierta degradación del capitalismo,
sucumbiendo el negocio más tradicional (la fábrica de zapatos de la familia del
protagonista, prima hermana de la plantación de café por la que batallaba
Isabelle Huppert en el anterior film de Denis, “Una mujer en África”
(2009)), al más oscuro y especulativo personificado en el millonario que
interpreta el magnífico Michel Subor, cuya bajeza moral queda escrita en esa
morbidez blancuzca de su rostro.
Film deudor de las escabrosidades
familiares de William Faulkner (incluso, como en su novela “Santuario”, una
mazorca de maíz es utilizada para una violación), es del todo ineludible
señalar el rol clave de la hipnótica, casi lynchiana, música de los
Tindersticks en la definición de una atmósfera de creciente malestar.
Javier Valverde
De Claire Denis tan solo he visto UNA MUJER EN ÁFRICA, que me impresionó bastante. Sobre todo no olvido el mal rollo que me daba cada vez que enfocaban los cuellos de los personajes y cómo les veíamos andar de espaldas... siempre parecía una amenaza. Yo estaba obsesionada con que apareciese en cualquier momento un machete. Lo pasé fatal. Así Denis manejaba el miedo y la angustia que causaba ver su película..., la sensación continua de que algo horrible iba a ocurrir.
ResponderEliminarLeyéndote me apetece mucho LOS CANALLAS que ahora estoy segura terminaré viendo.
Hay tres puntos que me han llamado la atención:
1. Desconocía la relación profesional entre Tindersticks (a los que no conocía) y Clarie Denis. He podido escuchar y ver la fusión de su música y de las imágenes de Denis en youtube. Siempre me han fascinado esos dúos entre músicos y directores de cine. Algunos logras que les nombres e inmediatamente pienses en el compositor que solía o suele acompañarles. Así piensas en Fellini y te viene a la cabeza Nino Rota. Te hablan de Sergio Leone y escuchas a Ennio Morricone. O comentas sobre Spielberg y oyes de fondo a John Williams...
2.- ¿Tienes Hardcore de Paul Schrader? Es una película que no he visto nunca.
3.- Siempre me ha llamado la atención las relaciones literatura-cine (aquí me nombras a William Faulkner, del que he leído poquísimo...) y me gusta indagar también sobre lo contrario: la influencia del cine en la literatura. Las dos simbiosis son geniales...
Besos
Isabel
Hola Isabel,
ResponderEliminarDe Claire Denis por desgracia sólo se han estrenado en España “Los canallas” y “Una mujer en África”. Yo he logrado ver algunas más por otros medios (Filmoteca, préstamo). Es una directora interesantísima y muy personal. Esperemos que siga la racha y se estrenen las próximas.
Los Tindersticks son un grupo fantástico, y bien como conjunto o bien a través de alguno de sus componentes (Stuart Staples compuso por ejemplo en solitario la música de “Una mujer en África”), ya son fijos en las bandas sonoras de Denis. Creo que su música le va como un guante al estilo inquietante e intimista de la directora. Memorables esas asociaciones director-compositor que comentas, cuando un cineasta logra una comunión tan perfecta con un músico que se traduce en una potenciación del talento visual del cineasta. Se me ocurren otros buenos ejemplos en Blake Edwards y Henry Mancini, David Lynch y Angelo Badalamenti, Hitchcock y Herrmann,…
Lo siento pero no tengo “Hardcore”, si no te la llevaba sin falta este viernes. Schrader tuvo la magnífica idea de tomar a un empresario ultrarreligioso del Medio Oeste americano con los rasgos hoscos de George C. Scott, y ponerlo a buscar a su hija adolescente en el inframundo del porno californiano. Y no faltan analogías con “Centauros del desierto”.
Besos,
Javier
Cada vez admiro más tu capacidad de síntesis, Javier: creo que no falta nada en tu crítica (explicas muy bien el estilo Denis, sitúas la película en su trayectoria y estableces vínculos entre diversos títulos muy pertinentes, analizas una escena particular que te permite extraer conclusiones sobre el conjunto, ahondas en los grandes temas de fondo bajo la intriga criminal, incluyes lazos con un referente literario a través de un elemento icónico, etc...), pero lo más importante es que tampoco sobra nada y no hay rastro de grasa retórica, ni de información accesoria en lo que has escrito.
ResponderEliminarun abrazo y mil gracias por este texto,
jordi
Gracias a ti maestro.
ResponderEliminarUn abrazo,
Javier