En la cultura china, se refieren
al chi como el aliento, la energía de
la vida, la fuerza esencial que anima todas las formas de vida del universo y
que se manifiesta en la suma de todas las energías del cosmos. Algunas
corrientes afirman que el ser humano puede controlar y utilizar esa energía a
través de diversas técnicas.
Por cierto que, en tanto que
concepto no mensurable, la ciencia occidental no admite su existencia.
El Tai Chi se refiere al punto en el que la energía se carga a partes
iguales con calma y movimiento. Los practicantes de este milenario arte
marcial, cerebral y defensivo, realizan movimientos lentos y controlados que
requieren una gran dosis de equilibrio y serenidad. Pero hay una vertiente
“dura” que permite detener el ataque de un enemigo con un movimiento y golpear
con exactitud y rapidez letales.
El poder del Tai chi, película, viene también de lejos aunque no
tanto. Hace quince años Keanu Reeves conoció a Tiger Chen quien formaba parte
del equipo de especialistas de Matrix. Se
hicieron amigos y ya no se trataba sólo de entrenamiento y combates sino de ética y filosofía. Así surgió
la idea de un guión que utilizara el Tai Chi,
no como excusa de secuencias de acción sino para mostrar los valores del arte
marcial.
Tiger Chen, que nunca se había
puesto frente a las cámaras, es el protagonista, Keanu Reeves, que nunca se
había puesto tras ellas, es el director. Tan posible es acercarse a la película
sin tener en cuenta ambos factores como hacerlo desde la simpatía incondicional
o el menosprecio.
En la ópera prima de Reeves
director, su protagonista es un alumno aventajado de Tai Chi, que cae en el punto de mira de Donaka Mark, un tipo sin
escrúpulos que organiza peleas ilegales. Los honestos motivos que tiene Tiger
para entrar en ese mundo se irán oscureciendo poco a poco, conforme vaya
descubriendo su capacidad como luchador y convenciéndose de su invencibilidad.
Tiger Chen no es precisamente
carismático y Reeves compone un villano vil y punto, de hecho no hay profundidad
en ninguno de los personajes. La historia tampoco es nueva: el bien y el mal,
el discípulo contra el maestro, el poder del odio… Ha llovido mucho desde que incluso
el bueno de Daniel Larusso se dejaba arrastrar por el lado oscuro a pesar del
señor Miyagi en la tercera entrega de Karate
Kid.
Pero hay algo… Sentido del ritmo,
sentido del espectáculo. Puede que la intención de Keanu Reeves de mostrar lo
que hay detrás de un arte marcial haya quedado ensombrecida o no le importe a
nadie, pero no se ha limitado a filmar peleas. Las coreografías de lucha son soberbias y la evolución
del protagonista y los dilemas a los que se enfrenta se muestran a través de
sus combates. Nada tiene que ver el primero con (¿y cuando hayas probado la sangre, qué pasará?) el último. De
hecho, la peor escena de la película es un resumen innecesario de la
trayectoria de Tiger… Quizá el director bisoño dudara, bien de sus méritos y su
capacidad de transmitir, bien de sus espectadores. Un poco más de confianza no
habría venido mal.
Ana Álvarez
Querida Ana:
ResponderEliminarTambién un placer leerte, tus textos rezuman siempre una admiración hacia tus géneros favoritos, que defiendes con muy buenos argumentos y muy fundamentados, lo mismo que el trabajo de sus protagonistas, se aprende mucho con ellos. Lástima que en este caso el Sr. Reeves no terminara de cuajar en su primera experiencia como director, aunque parece que intentó dejar el pabellón de este género alto, quizá en la próxima.
Abrazos,
Pilar
Eres la Reina Absoluta de este tipo de textos y lo sabes. Un placer leerlos. Pero un placer INMENSO!
ResponderEliminarun abrazo,
jordi
Jajajaj!! GRACIAS, Jordi, lo que soy es la Abogada De Oficio de estas películas abandonadas a su suerte con las que nadie quiere lidiar ;-)
ResponderEliminarHoy supongo que me tocaría "Redención" de Steven Knight con Jason Statham jajja.
Besos.
Hasta esta tarde...