domingo, 2 de febrero de 2014

La Venus de las pieles, Roman Polanski (2013)
 

 
Y con ella llegó Venus...
 
“Dios le castigó poniéndole en manos de una mujer “, Libro de Judit 16, capítulo 7. Con esta cita empieza el libro de “La venus de las pieles” de Leopold von Sacher-Masoch (origen etimológico del término masoquismo) cita que nuestro protagonista masculino, Thomas, el director y adaptador de la obra no pensó en incluir en su pieza hasta que Vanda se lo sugiere y se lo representa.


Vanda es una mujer vulgar y vociferante que llega tarde a una prueba teatral, empapada por la lluvia torrencial de la calle y reivindicando, sin dejarse vencer por el mal humor y los desplantes de un pedante y frustrado director con prejuicios, su derecho a una oportunidad para leer el papel de la protagonista de la obra con la que hasta comparte el nombre. Vestida de cuero como una ordinaria dominatrix, hablando con un chicle en la boca, Vanda es todo lo que odia Thomas, al que sorprende finalmente transformándose en un prodigio de sutileza y erotismo y envolviendo al propio director en un juego en el que vamos descubriendo sus secretos y sus deseos más íntimos desmontando la estabilidad de su existencia. La prueba se alarga y la intensidad y la atracción se incrementa. Empieza un juego de dominación y sometimiento entre lo masculino y lo femenino, pero también entre director-actriz y un marcado cambio de roles que nos va introduciendo la música de Alexandre Desplat en su tercera colaboración con Polanski. Vanda se convierte en Wanda y Thomas en Severin.

Otros protagonistas son el decorado de western clásico del escenario, el bolso de Vanda y el teléfono de Thomas y sus conversaciones con su prometida.

Polanski gusta de adaptar obras teatrales, en este caso la del dramaturgo estadounidense David Ives, estrenada en off Broadway primero y luego en Broadway en 2011, y anteriormente,  “La muerte y la doncella” de Ariel Dorfman o la reciente “Un dios salvaje” de Yasmine Reza. En ellas observamos el uso del director de los espacios cerrados o escenarios únicos, donde se mezclan lo teatral y lo cinematográfico, donde un único decorado le permite explorar mejor los textos. Hemos leído también de su sueño de rodar una película de solo dos personajes, cumplido aquí con su mujer, una estupenda y voluptuosa Emmanuelle Seigner, que ya le ha acompañado primero en “Frenético” y en otras de sus películas como “Lunas de hiel” o “La novena puerta” y por Mathieu Amalric, recordado sobre todo por “La escafandra y la mariposa” (también con Seigner), poseedor de un alarmante parecido físico a un Polanski rejuvenecido. Ambos hacen un magnífico trabajo muy físico y muy real.

Sacher-Masoch escribe: “la que no sabe hacer de su hombre un esclavo o juguete no es mujer del todo, al menos no es inteligente”, ¿es por tanto “La venus de las pieles” un texto irónico de relaciones entre los sexos, o una sátira sobre el masoquismo, o es quizá una historia de amor? Yo de momento, me voy a comprar el libro y quizá hasta un collar de perro.
Pilar Oncina

4 comentarios:

  1. Querida Pilar, ¡cómo me ha gustado La venus de las pieles! y cómo me ha gustado leer tu texto, siempre elegante y con múltiples matices.

    Dos actores y un escenario y multiples capas y significados. Juego y cambio de roles. Relaciones hombre-mujer. Relaciones director-actor. ¿Dónde están los límites de la representación? ¿Cuándo se traspasan? Relaciones de poder-sumisión. Diosas y hombres... Venus... ¿Qué define el amor?¿Qué es la atracción? Guauuuuuu, qué pasada.

    Y como bien dices "otros protagonistas son el decorado de western clásico del escenario, el bolso de Vanda y el teléfono de Thomas y sus conversaciones con su prometida...".

    Por cierto después de leer el colofón de tu crítica... te confesaré lo que me pasó con el collar de perro (que ahí se ve lo rica y sutil que es la película). Mientras está en el cuello de ella me pareció un adorno, una pieza de vestuario incluso divertida... en el momento que se la pasa a él y en el momento en que se la pone... ya no me pareció tan divertido, tan adorno, tan pieza de vestuario... sino un elemento de sometimiento, de poder... según los términos del contrato...

    Besos
    Isabel

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  2. Muchas gracias Isabel por siempre animarnos tanto con tus acertados y estimulantes comentarios!! cuanto más pienso en la película, más me gusta! El bolso me recordó al de Sports Billy, ¿te acuerdas de esos dibujos animados? de ahí salía absolutamente de todo, como aquí! y el contrato, ..., ay, el contrato!!!
    Besos,
    Pilar

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  3. Hola Pilar,
    Una crítica magnífica, enormemente sugestiva que refuerza mi apetito por ver la película. Me encanta el arranque con la cita bíblica, la síntesis muy atractiva del argumento y, sobre todo, esa pregunta final…
    Es sorprendente el buen resultado que Polanski ha extraído de materiales teatrales, ahí está también su “Macbeth”, que a mí me gusta incluso más que el de Welles.
    Y los comentarios entusiastas de Isabel son la guinda.
    Besos,
    Javier

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  4. Muy buena crítica, Pilar, pero deja que le ponga unos cuantos reparos a tu texto. Empiezo por el final dado que la película es un juego de espejos muy complejo, no entiendo a qué libro te refieres en el párrafo final. ¿Al de Sacher-Masoch, al la obra de Ives? Si te refieres al libro de Sacher-Masoch está claro que el libro es, ante todo, una historia de amor en el que se canalizan algunas de las ideas filosóficas y sociales del autor en torno a los roles femeninos y masculinos, etc... Si te refieres a la obra de Ives -y, por tanto, a la película de Polanski- yo creo que esa "Venus de las Pieles" no es nada de eso o puede ser todo eso a la vez y mucho más, porque ahí el referente del masoquismo funciona a un nivel puramente simbólico para hablar de cosas bastante profundas que no sólo tienen que ver con el fetichismo, la fantasía erótica o los roles de género, sino también a las relaciones entre representación/realidad, a la creación como terapia y puesta en escena, a los roles y juegos de poder de todo tipo, etc... Echo de menos que menciones en la crítica el duelo de términos que enfrenta repetidamente a los personajes: ambigüedad frente a ambivalencia, que creo que es bastante importante para entender las intenciones tanto de Ives como de Polanski.
    Por otro lado, lo del espacio cerrado claustrofóbico -el hui clos- no es sólo propio de las películas de Polanski que parten de textos teatrales: ya está, en buena medida, en "El cuchillo en el agua", pero sobre todo en "Callejón sin salida", "El quimérico inquilino"... incluso en abundantes tramos de "El escrito", incluso en "Qué"...
    Más cosas: me ha chirriado mucho esta frase : "un marcado cambio de roles que nos va introduciendo la música de Alexandre Desplat en su tercera colaboración con Polanski" y me ha frustrado mucho que utilices para identificar a Amalric sólo su papel en "La escafandra y la mariposa", obviando otras cosas fundamentales (sus colaboraciones con Desplechin, por ejemplo) y, sobre todo, su condición de interesantísimo director (que hace que tenga más de un sentido, más allá del parecido a Polanski, su elección para este papel).
    Creo que la película no se puede (ni se debe) reducir al tema del masoquismo y al de la dialéctica hombre/mujer: eso está ahí, por supuesto, pero creo que el alcance de la película es otro. Y ya que mencionas lo del decorado de western, creo que hay un detalle importante y revelador: es el decorado de una versión musical de "La diligencia", y, por tanto, un buen símbolo de una masculinidad feminizada que anticipa el clímax de la película.

    un abrazo,

    jordi

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