jueves, 15 de mayo de 2014

EL PASADO SIEMPRE VUELVE (IDA, Pawel Pawlikovski, 2014)




A medida que el tiempo de nuestras vidas avanza, siempre acabamos −personas y personajes− teniendo que ajustar cuentas con el pasado. El tiempo vivido, desconocido, enterrado o meramente olvidado suele ser, ya sea en la realidad o en la ficción, un motivo de conflicto o el conflicto mismo, porque la búsqueda de la identidad ha de pasar, inevitablemente, por la vuelta al origen, por el retorno al pasado.
La protagonista de Ida, Anna –la debutante Agata Trzebuchowska− es una novicia adolescente y huérfana a punto de tomar los votos en un convento  de clausura de la Polonia de los años sesenta. Su superiora le encomienda la tarea  de saber quién es realmente, antes del compromiso vital que está a punto de adquirir. Obediente, entra en contacto con su tía Wanda, el único familiar vivo que le queda, quien hasta ahora la ha ignorado.
Aunque inicialmente parece que es Anna la protagonista de la peripecia, pronto el espectador se deja llevar para descubrir junto a ella −a través de su inocente mirada−el pasado de la difícil tía Wanda, una mujer refugiada en el alcohol, seguramente por su incapacidad para afrontar los hechos terroríficos sucedidos en un país que pasó primero por la guerra y después por el estalinismo.
El director polaco Pawel Pawlikovski ha elegido el blanco y negro para su tercer largometraje, formato idóneo para abordar el pasado y para transmitir la austeridad del ambiente en el que se mueven los personajes. Ha optado, además, por una puesta en escena en la que resultan muy llamativos algunos planos que recuerdan a un lenguaje pictórico especial, en el que los rostros de las figuras animadas –Anna y Wanda–no suelen estar en el centro de la composición, sino cerca de los márgenes inferiores y laterales, por lo que es el fondo lo que adquiere, aparentemente, toda la importancia: espacios y estancias con pocos objetos, exteriores gélidos y nevados, interiores conventuales, escenarios de la austeridad y de la insatisfacción que ha llegado hasta el presente como consecuencia del pasado inexistente o sepultado.  
Pero para Anna el viaje no solo servirá para encontrarse con el pasado familiar, sino también para transitar otros caminos  de aprendizaje  necesarios antes de tomar su decisión final: la vida extramuros o la clausura.


Estela Salazar

5 comentarios:

  1. Me ha gustado muchísimo esta película. Tanto lo que me cuenta como cómo lo cuenta. Y das con la clave de esta historia desde el primer párrafo, el tema de la identidad unido a la memoria. Anna (Ida) y Wanda son dos mujeres de identidades fracturadas que se unen en un viaje físico e íntimo que supone un encuentro con su identidad verdadera... y ese encuentro supone en sus vidas consecuencias muy diferentes...

    Esa Polonia en los años sesenta me vino de nuevo a la memoria en otra película con toques de nostalgia de los años ochenta y también polaca (claro) que me encantaba (y creo que me encanta aunque hace bastante que no he vuelto a verla..., hubo una época que me la grabé en VHS y por eso la veía de vez en cuando) y se titulaba YESTERDAY de Radoslaw Piwowarski. La película contaba la historia de un grupo de jóvenes polacos que montaban una banda de música y querían ser como los Beatles en una Polonia gris. Cada uno elegía un Beatle y el narrador era el que hacía de Ringo...

    Besos
    Isabel

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    1. Hola, Isabel:
      Estoy de acuerdo contigo en lo que dices de Ida: es una película interesante por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, y ahí reside su valor, en el equilibrio entre forma y fondo.
      En cuanto a Yesterday, no puedo decir nada, porque no la he visto, pero si tengo la oportunidad lo haré. Tampoco conocía al director, así que investigaré un poco.
      Gracias por todo.
      Besos,
      Estela

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  2. Estela, leerte es un placer que ojalá fuera más frecuente (no es un reproche, es un deseo). Me ha gustado mucho esta crítica, en especial por su equilibrio entre la manera en que desvelas el fondo al comienzo del texto y luego desembocas en un análisis de la forma. Siendo puñetero, sólo te discutiría lo del blanco y negro como "formato idóneo para abordar el pasado y para transmitir la austeridad del ambiente": es evidente que es una opción de estilo que significa algo -imagino que significa algo distinto en cada caso particular-, pero ninguna regla de tres lo convierte en formato idóneo para la evocación del pasado o las estéticas de la austeridad.

    un abrazo,

    jordi

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