Philomena y el
sentimiento de culpabilidad católico
En los últimos años es fácil abrir un periódico, o ver en
las noticias de televisión temas de pederastia y niños robados en el seno de la
iglesia católica. De madres que buscan a sus hijos arrebatados generalmente por
monjas diabólicas o codiciosas, o por médicos
sin escrúpulos, madres desconsoladas que ahora amparadas por la justicia, los
medios de comunicación y las redes sociales retoman esa búsqueda con más fuerza
para poder abrazar por primera vez a esos hijos que les quitaron sin ninguna
piedad o compasión al nacer y poder explicarles su “abandono”. Hemos visto un
ejemplo muy reciente y cercano en Telecinco con la tv movie “Niños robados”.
Basado en una
historia real, Philomena Lee (Judi Dench) es una de estas madres, y el día del
50 cumpleaños de su hijo robado, Anthony, se desmorona y confiesa su pecado y
posterior pérdida a su hija. El destino les hace encontrarse con Martin Sixsmith
(Steve Coogan) un despechado político que en su forzado retiro se tiene que
decidir entre escribir esa novela de historia rusa que no interesará a nadie, o
en ayudar a esta pobre mujer de clase baja irlandesa. Se decide por esto
último, por “una historia de interés humano” que le permita volver sus raíces
de periodista y sobre todo, volver al candelero.
“Le perdono”, dice Philomena en su reencuentro con la monja
causante de su desgracia, una anciana en silla de ruedas pero que con la misma
maldad y prejuicios de entonces le sigue reprochando justiciera su pecado y su
indecencia. Martin le recrimina sin comprenderlo ese perdón, a lo que Philomena
contesta que aunque no sea fácil para ella, no quiere estar llena de odio como
él, porque no le gusta odiar. Esta misma monja, Sister Hildegarde, fue la que
al verla embarazada en su adolescencia le preguntó sobre lo fácil que le había resultado entonces
bajarse las bragas ante el primer hombre que se lo pidió.
Philomena, una mujer religiosa, ve su desliz de adolescencia
como un pecado, así se lo hicieron entender su padre abandonándola avergonzado
en el convento, y las monjas que la acogieron y la explotaron durante años como
penitencia, y así trató de ocultarlo toda su vida hasta que no pudo hacerlo por
más tiempo. Es inevitable sentir ternura por esta mujer que se ríe de Martin
que ha estudiado en Oxbridge (mezcla de Oxford y Cambridge) y al que no le hace
gracia ese término “peyorativo” que en realidad Philomena utiliza completamente
por puro desconocimiento del nombre real de la universidad. De esta mujer que
charla animadamente sobre lo bonito que tiene que ser Chihuahua con el mejicano
que le hace la tortilla del desayuno en el hotel, o que confiesa a Martin que
no sabía que tenía un clítoris y que disfrutó plenamente del sexo con el padre
de su hijo Anthony, quizá esa fue la única vez que lo hizo libremente, sin
carga de culpabilidad.
El viaje en la búsqueda de su hijo les lleva al convento en
Irlanda donde pasó su adolescencia y donde se crió su hijo con las monjas hasta
que lo dieron en adopción sin el consentimiento de la madre. Las monjas se
aprovechan de la bonhomía y de la fe de Philomena y la mandan a casa con cajas
destempladas y convencida de que eso es lo correcto. Presionada por Martin y al
averiguar que las adopciones eran realmente compras de bebé por ricos
americanos, cruzan el charco y prosiguen con su tarea.
Las diferencias entre la educación de ambos provoca escenas
muy tiernas y divertidas, que hacen que un tema tan desagradable nos arranque
sonrisas. Estas escenas son típicas de la filmografía de un director que
siempre sabe sacar lo mejor de cada uno de sus actores, en su cotidianidad y
aquí no es una excepción. Historias reconocibles y humanas que van a mantener
nuestro interés. Stephen Frears tiene una filmografía muy rica y variada,
particularmente me decanto por sus primeras películas, destacando: “mi hermosa lavandería”, “la camioneta”,
“café irlandés”, “los timadores”, “las amistades peligrosas”, o “alta
fidelidad”. No es su primera colaboración con Judi Dench, a la que ya
dirigió en “Mrs. Henderson presenta”.
La primera vez que vi en la pantalla grande a esta gran dama de la
interpretación fue en “Una habitación con
vistas”; conocida por el gran público por su papel de “M” en la Saga Bond y por el Oscar conseguido por su actuación de
8 minutos en “Shakespeare enamorado”.
Tiene en su haber destacables y muy variadas interpretaciones en: “Iris”, “Chocolat”, “Nine”, “Jane Eyre”o, “el
exótico hotel Marigold”. Martin es interpretado por un irónico Steve
Coogan, aquí también guionista y productor, conocido por sus doblajes de
personajes animados, el año pasado en “Gru,
Mi villano favorito 2” y sobre todo
por su personaje de Alan Partridge en
el show del mismo nombre y visto recientemente en “¿Qué pasa con Maisie?”.
Para los que tenemos cierta edad, todavía nos cuesta
quitarnos de encima ese sentimiento de culpabilidad católico con el que nos
hemos educado, el hecho de que no merecemos las cosas buenas que nos pasan y
cuando sí nos pasan, miramos a ambos lados esperando a que algo malo venga a
continuación. Ya lo dijo Woody Allen en boca de su Danny Rose- en Broadway Danny Rose: “Es importante sentirse culpable. Yo me siento culpable
siempre y nunca he hecho nada". Aunque si Philomena es capaz
de encontrar esa paz que busca, nosotros también podemos, sin culpabilidad ni
remordimientos.
Pilar Oncina
Ay, el sentimiento de culpa..., madre mía, qué complejo es. ¡Me encanta la frase de Danny Rose! Todavía no he visto Philomena pero pronto me meteré a verla porque tengo yo mucho cariño a Stephen Frears (a pesar de que me queda filmografía por descubrir). Así que me volveré a pasar por aquí.
ResponderEliminarDe la lista de películas que mencionas de Frears como director, yo tengo cariño a dos película que una fue repudiada por muchos y la otra pasó sin pena ni gloria. La primera es HÉROE POR ACCIDENTE, a mí me gustó porque me parece que recupera la esencia del cine de Capra y ofrece una lectura interesante del 'falso héroe'. Y la segunda es un thriller de terror y social (con el tema de la inmigración de fondo) que se tituló NEGOCIOS OCULTOS. También me pareció rescatable CHÉRI.
Si te digo la verdad me costaría encontrar una línea conductora que definiera toda la obra cinematográfica de Frears. Quizá me decantaría por decir que sus protagonistas son héroes y heroínas que o bien son perdedores por naturaleza (en busca de oportunidades o a punto de volver a perder) o distintos (a veces transgresores) y tratan de 'sobrevivir' allí donde les ha tocado vivir...
Besos
Isabel
Hola Pilar.
ResponderEliminarA pesar de que generalmente títulos como "Philomena" me provocan una mirada prejuiciosa de entrada, en este caso me costó mucho menos superarla debido a un factor que tú mencionas en tu crítica: Steve Coogan.
Hace muy poco me puse por fin con "I'm Alan Partridge" que tenía pendiente desde hace tiempo y ya tengo la certeza de que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. He visto pocos personajes cómicos tan completos como este obra de Ianucci, Baynham y (sobre todo) Coogan. Humor físico, incómodo, dotado de one-liners memorables (y en su mayoría un tanto patéticos)... Es una especie de mezcla entre Mr. Bean, David Brent e incluso Larry David. Quizás no supera a ninguno de ellos en sus particulares campos, pero en un cómputo global es uno de los personajes más versátiles que yo he podido disfrutar.
De la película agradecí mucho que la transformación que sufren ambos personajes tras la experiencia vivida no sea de trescientos sesenta grados si no mucho menor, lo que quizás la haga mucho más valiosa.
Un abrazo.
Aron.
Gracias Isabel, no creo que me atreviera a poner una línea conductora de la obra de Frears, pero si lo hiciera, estaría seguramente de acuerdo contigo, como siempre, aprendiendo contigo, muy acertada!
ResponderEliminarY Aron, confieso que hablé de "Alan Partridge" sin haber visto nada, pero deseando hacerlo, porque desde luego, tiene que ser muy bueno. Y estoy de acuerdo con la transformación de ambos personajes! Gracias por vuestros comentarios!
Pilar
Hola,
ResponderEliminarAquí Jordi, sin ánimo de parecer un tío gruñón, pero, aunque no he visto la película y supongo que tu lectura es adecuada, no puedo evitar señalar algunas cosas el texto que no me han gustado demasiado. Por un lado, creo que, más allá de la vinculación con la Iglesia católica, mezclar -o, por lo menos, poner en una misma línea- pederastia y niños robados es arriesgado porque se trata de dos problemas muy distintos. Por otro lado, tampoco me gusta la expresión "monjas diabólicas": a las monjas involucradas con estos asuntos no les hacía falta ser ni diabólicas, ni satánicas: les bastaba con ser, simplemente, malas personas o con tener una interpretación pintoresca de la moral católica.
Creo que te centras demasiado en contar la película y no en analizar cómo lo cuenta. Y, por último, el penúltimo párrafo me pesa bastante: no creo que sea necesario "presentar" al director y a los actores de la película, en especial si esa presentación no es sintética, ni precisa: casi lloro al leer que presentabas a Coogan como doblador de "gru2". Hubiese sido más interesante que entraras a analizar la reacción química que se produce al relacionar a dos elementos en apariencia tan dispares como Dench y Coogan.
No me tomes por el profe Vinagres, pero es mi deber (creo) apuntar a lo que no me convence de vuestros textos.
un abrazo,
jordi
Querido Jordi:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu sinceridad, que es por supuesto lo que espero con tus comentarios, en absoluto te tomo como el profe Vinagres, estoy aprendiendo y meteré la pata más veces, con suerte cada vez menos, así que acepto y tomo nota de lo que me dices con mucha deportividad!!!!
De hecho, sé que uno de mis problemas es que prefiero contar la película a analizar cómo es contada, me cuesta mucho hacerlo (supongo que porque yo como lectora lo prefiero también- o quizá un término medio), pero sobre todo también porque tengo grandes lagunas cinematográficas, como aquí Coogan - al que apenas conozco pase a su extensa carrera ...
Y desde luego me pasé mucho "presentando" a director y actores, completamente de acuerdo, lo siento.
Lo dicho, tomo nota y gracias como siempre!
Un abrazo,
Pilar