viernes, 7 de marzo de 2014

La vida al peso


 
La pasión por hacer cine existe por el deseo de un espectador por verlo, por vivir esas otras vidas, conocer esos otros lugares y transitar por los más lejanos y admirables escenarios. Sin embargo, la senda del entretenimiento no siempre es la transitada y son muchos los directores que ven en este arte el arma perfecta para acercar al espectador a territorios que le incomodarán en el confort de su asiento. Danis Tanovic se toma esto muy en serio en La mujer del chatarrero llevándonos a su Bosnia natal y nos hace partícipes de su indignación ante la indiferencia de un país, todavía en plena reconstrucción una década después de la terrible guerra de los Balcanes, por quienes pagan caro el precio de la marginación.
El mensaje más claro es el que se construye con menos piezas, y Tanovic, alejado de cualquier artificio narrativo o floritura estética recrea sin dramatismos la odisea por sobrevivir en el estado del bienestar de una familia de etnia gitana que vive en algún recóndito y nevado paraje de Bosnia y Herzegovina. Senada está embarazada, o en realidad ya no, los dolores de la madre de familia les llevan a salirse de su universo de autosuficiencia para acudir a los servicios públicos. Tras diagnosticarla un aborto natural, Senada y su marido Nazif deambulan por la burocracia médica para que se le efectúe el legrado necesario para salvar su vida, pero la ausencia de tarjeta sanitaria y la desorbitada cantidad de dinero que les piden hace imposible el acceso a la operación. ¿Les suena de algo? Prepárense para ser testigos de cómo la decrépita sociedad del bienestar legaliza la cotidianidad de la marginación y pone la realidad al servicio de la más terrible ficción.
Tanovic se encontró con esta noticia en la prensa local de su país, y tras conocer a la pareja protagonista decidió que fuesen ellos mismos quienes se reinterpretasen en la gran pantalla. Él sólo coloca la cámara delante de los protagonistas  y registra su día a día haciéndonos sentir uno más de su familia, recuperando así la memoria del cine neorrealista abordado por maestros como Rosellini o Vittorio de Sica. A mitad de camino entre la ficción y el documental somos testigos de la ardua tarea de sobrevivir de esta familia en su día a día; Senada limpia, cocina y lava la ropa a mano, y Nazif recoge chatarra en paramos desolados para poder pagar la luz y hacer que sus dos hijas pequeñas sonrían viendo los dibujos en una televisión que emite una señal defectuosa.
El director serbio consiguió en 2001 el Oscar a la mejor película extranjera y diversos galardones internacionales con su debut en la gran pantalla En tierra de nadie, hecho que a buen seguro ha facilitado la distribución de La mujer del chatarrero y evitado que pasase como un drama social más haciéndose con el Gran Premio del Jurado y el premio al Mejor Actor para Nazif Mujic en el Festival de Berlín de 2013.

La miseria cotidiana de esta laboriosa familia deja al espectador asfixiado ante un paraje tan desolado y frio solamente caldeado por unos lazos de solidaridad entre los que menos tienen que ya querríamos para nosotros mismos. El futuro sigue siendo incierto, pero la realidad sigue adelante y solo queda seguir luchando, sin épica, sin ademanes.
 
 
Marta Alonso

3 comentarios:

  1. Muy buena crítica. Marta. Sólo te indico dos cosas de estilo que me han chirriado: en lugar de "tras diagnosticarla" creo que hubiese sido mejor opción escribir "tras diagnosticársele"; y en lugar de "se reinterpretan" creo que es más claro decir "se interpretan a sí mismos".

    un abrazo,

    jordi

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  2. Querida Marta: me reconozco avergonzadamente definida en el primer párrafo de tu crítica desde el punto de vista del espectador que a veces no quiere sentirse incómodo y se pierde películas de este tipo... conozco muy poco el cine de esa parte de los Balcanes, quitando a Kusturica y la realidad que muestran sigue siendo muy dura, pero mirando hacia adelante, gracias por traernos esta película y contárnosla como siempre con tanta claridad.
    un abrazo,
    Pilar

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  3. Hola Pilar! muchas gracias por tu siempre atento comentario y tu tiempo leyéndonos. Lo que tanto me gusta de este cine tan personal es como nos acerca a lugares, en este caso a una Europa del este bien diferente a la que recordamos contada por la lente de Kusturica (como señalas), y nos hace ser capaces de sentirnos dentro y conocer una realidad que no es un reflejo, si no la misma vida.
    Jordi, genial tu corrección de estilo, tomo nota!
    Abrazos.

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