domingo, 23 de marzo de 2014

Notas sobre “The Juan Bushwick Diaries” (David Gutiérrez Camps, 2013).


 
    1. Cine del (falso) yo. El primer largometraje de Gutiérrez Camps nos propone un diario ficticio de un cineasta norteamericano afincado durante una temporada en Barcelona, diario que Juan Bushwick (interpretado por Barry Paulson) acomete como un ejercicio de reflexión sobre las posibilidades de su oficio para registrar la propia vida. Y en ese registro no habrá jerarquías: cualquier cosa, incluso la más inane, por ejemplo agua hirviendo o el goteo de un grifo, será filmable.
     
    1. Mirar. Aplicar la mirada a todo cuanto nos rodea, a la realidad exterior o a lo que se esconde en nuestro interior, es la piedra angular del acto de filmar. Esto queda evidenciado desde el primer plano de la película, que nos muestra un ojo, el del protagonista, desenfocado hasta que el acto de rascárselo nos lo devuelve nítido. Es por eso que no hay momento más temible para él que su pérdida, expresado dicho miedo mediante ese sueño en el que se le desintegra un ojo al que han precedido imágenes de lava incandescente.
     
    1. La tensión entre el arte (el cine) y la vida. Quizá el tema más importante de un film muy rico en ideas: “No estoy acostumbrado a lidiar con mis emociones y el cine al mismo tiempo”, dice Bushwick. Tras un periodo de frustración sobre la marcha de su proyecto de diario fílmico, el protagonista conoce e inicia una relación amorosa con una actriz argentina (Andrea Carballo). El efecto beneficioso de salir con Andrea no tardará en llegar, Bushwick se reconcilia con su proyecto artístico, la frustración desaparece, pero las grietas surgen enseguida debido a su obsesión por filmarla constantemente y ella termina por dejarlo. A posteriori Bushwick llegará a la conclusión de que en realidad se había enamorado de una imagen. Su peripecia parece querer decirnos que el conflicto arte/vida es del todo irresoluble cuando la entrega del artista a su obra es absoluta.
     
    1. “Peeping Tom”. Juan Bushwick podría hacer suya aquella frase del protagonista de la obra maestra de Michael Powell “El fotógrafo del pánico” (1960) a propósito de una emoción que ha sentido: “No puedo describirlo, tendría que filmarlo”. La película de Powell también versa sobre la necesidad compulsiva de filmar y sobre las tensiones que esta obsesión provoca en la vida personal de sus protagonistas. Casualmente o no, ambas películas también arrancan con el primer plano de un ojo.
     
    1. Cómo filmar nuestras propias emociones. El largo fragmento del encuentro de Juan Bushwick con la fotógrafa Cristina Núñez (cuyos autorretratos en distintas etapas de su adicción a la heroína supusieron para ella una verdadera terapia), ilumina sobre ese aspecto fundamental del cine del yo, un género que como el autorretrato fotográfico o pictórico aúna autor y sujeto. La cuestión de cómo plasmar en la pantalla las propias emociones desde un trabajo de introspección, quedará bellamente planteada mediante esos planos en que un Bushwick tumbado entre un trípode y la cámara a ras de suelo se someterá a una sesión de retratos con Núñez.
     
    1. La importancia del sonido. Bresson escribió en una de sus “Notas sobre el cinematógrafo”: “El oído va más hacia el interior, el ojo hacia el exterior”. Lo que oímos, ahí incluidas las citas y meditaciones en voz alta del protagonista, tiene en “The Juan Bushwick Diaries” una importancia decisiva, dotando de un enorme sentido a las emociones y pensamientos del protagonista: una respiración, el goteo de un grifo, los pasos nerviosos sobre la tierra, el rumor de la lluvia como expresión del desánimo del protagonista, incluso los varios sonidos escuchados dentro de un túnel de lavado (un fragmento éste fascinante).
     
    1. Humor. Una ironía soterrada comenta en diversos momentos de la película la obsesión de Bushwick por filmar todo y a todos (“mi cámara te echa de menos”, le llega a decir a la chica argentina). Pero donde tal vez se evidencie más ese humor es en la relación del diarista con el otro gran secundario de la película, su amigo Pol, especie de oráculo al que aquel acude vía Skype en busca de consejo, un mentor indolente que fuma y bosteza como la oruga de “Alicia en el país de las maravillas”.
     
    1. Una conclusión ambigua. Unos enigmáticos planos de los ojos de Bushwick preceden al sostenido plano final: es de noche y se filma la puerta de un garaje, la cámara y el trípode proyectan su sombra solitaria sobre la puerta, como si hubieran quedado abandonados a su suerte. ¿Ha renunciado Juan Bushwick a continuar escribiendo su vida?.
     
     
    Javier Valverde

4 comentarios:

  1. Querido Javier:

    me quito el sombrero ante este texto. Me parece buenísimo.

    Lo he disfrutado muchísimo.

    No he visto la película pero has despertado todo mi apetito cinéfilo.

    Hay algo que me encanta y es cuando las películas dialogan entre sí. Cuando otra película puede explicar la esencia de otra. Así me encanta el punto 4 y ese diálogo que se establece con EL FOTÓGRAFO DEL PÁNICO y como la frase rescatada de esa película, esconde la esencia de esta: “No puedo describirlo, tendría que filmarlo”.

    Beso
    Isabel

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  2. Querida Isabel,
    Gracias por tus comentarios, se me ocurrió una estructura fragmentaria, como la propia película.
    Parece que el referente más claro es una película que no he visto, “David Holzman´s Diary”, de Jim McBride, pero a mí me recordó irremediablemente a “El fotógrafo del pánico”, con la que encuentro las afinidades que comento. Aunque más allá de que ambos son unos obsesos de filmar, por supuesto nada tiene que ver el pacífico Juan Bushwick con el psicópata voyeur que encarna Karl Bohm en “El fotógrafo…”; ni tampoco con el padre de éste, un personaje omnipresente a pesar de no aparecer más que unos segundos en una película casera (¡bajo los rasgos del propio Michael Powell!), y que se adivina todavía más inquietante que su propio hijo, al que se dedicó a filmar durante toda su infancia con fines científicos y sin descartar el puro sadismo para extraer sus emociones.
    Es de lamentar que una película tan notable haya pasado tan de puntillas por la cartelera madrileña, sólo dos pases en Cineteca…
    Besos,
    Javier

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  3. Javier, solo puedo darte la enhorabuena. Tu texto está muy bien estructurado, muy bien redactado y muy bien argumentado :)

    Un abrazo,

    Tamara

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  4. Javier, me uno a la celebración. Sólo puedo decir BRAVO por tu texto. Absolutamente estimulante, original, incisivo, analítico, accesible, brillante y escrito con estilazo.

    abrazos,

    jordi

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