viernes, 15 de noviembre de 2013

DEL CERDO SE APROVECHAN HASTA LOS ANDARES








En la Franja de Gaza los pescadores palestinos no pueden alejarse a faenar más allá de 4 km de su costa, lo que resulta en la captura de diminutos pececillos y un sinfín de artilugios a los que ya no les queda ningún uso por recibir.  El director y guionista de Un Cerdo en Gaza, Sylvain Estibal, uruguayo afincando en Francia parte de esta premisa para presentarnos a Jafaar, quien sale cada día al mar con la misma ilusión y vuelve a tierra con el mismo cargamento, la esperanza de que mañana sea mejor.

A este simpático antihéroe la suerte no le acompaña. Ya apenas tiene recursos y su único interés es sobrevivir al día a día, estando dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguirlo. Su existencia cambia cuando un día cae en sus redes, probablemente perdido por algún carguero asiático, un cerdo, animal considerado impuro no sólo por la fe del islam, sino también por la religión judía, haciendo que Jafaar se encuentre ante un problema mayor que la vigilancia que sufre desde el tejado de su casa o el asfixiante bloqueo israelí en la Franja de Gaza. Tras intentar desprenderse de él sin ninguna suerte, en su intento por sacar rendimiento al cerdo entablará relaciones con una joven judía interesada en una muy concreta parte de este animal.

Este punto de partida revela el tono surrealista y absurdo en el que va a moverse el guión, y es que éste debutante en la dirección cinematográfica se acerca al conflicto palestino-israelí desde el humor, jugando con la animadversión que comparten ambas religiones a los cerdos como centro argumental. La idea de este acercamiento se gestó en un viaje del director a Hebrón (Cisjordania) en 2004 al realizar un trabajo como fotógrafo para la agencia France Press. Una vez allí dejó una cámara a una familia palestina y a otra israelí. Tiempo después, cuando se produjo el intercambio de  fotografías, ambas familias descubrieron que tenían vidas mucho más perecidas de lo que ellos creían.

Esta bienintencionada apuesta cumple como obra cómica gracias a la sobresaliente interpretación de Sasson Gabai en el papel de Jaffaar, un hombre medio, arrastrado por las circunstancias, que bien podría estar sacado de una obra de De Sica o ser un Charlot moderno que no ceja en su esfuerzo por levantarse entre tropiezo y tropiezo, te ríes con sus resbalones pero no dejas de desear su triunfo. Su compañero el cerdo es la mayor virtud del film, ofreciéndonos gags tremendamente efectivos como verle caminar disfrazado de oveja para que pueda pasar desapercibido a los ojos de los soldados.

Pese a que funciona como parodia de la convivencia entre palestinos e israelíes en una zona tan devastada como la Franja de Gaza riéndose sin censura de unos y otros, evoluciona hacia un final de denuncia que naufraga y no logra encontrar el equilibrio, sin ser capaz de comprometerse. Cuando el subtexto se convierte en texto nos vemos obligados a mandar al cerdo de vuelta al mar.


 
Marta Alonso

2 comentarios:

  1. ... Me gusta ver películas que reflejen el conflicto palestino-israelí, y como escribes en tu crítica, Un cerdo en Gaza lo hace desde una perspectiva compleja, desde un "tono surrealista y absurdo". Y ese tono tiene para mí como espectadora un efecto llamada. Como me llaman la atención dos asuntos más: el antihéroe como un Charlot moderno (que, por cierto, fue rechazado por los surrealistas cada vez que se iba volviendo más tierno, ¿pasaría lo mismo con Jaaffar?) y ese gag que refleja también el cartel (y que tú señalas) que me deja escapar ya una sonrisa: ese cerdo disfrazado de oveja... a mí ya me conquista.

    Besos
    Isabel

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  2. Hola, Marta: Has hecho una crítica excelente y me gustan mucho los referentes que has manejado -Charlot y De Sica-, pero eso mismo hace que repare en el único punto débil de tu argumentación: creo que el tono no es "surrealista y absurdo", sino que estamos más bien ante lo que podría ser el equivalente de una comedia neorrealista. Es cierto que esa estrategia neorrealista genera imágenes chocantes, que sí podríamos tildar de "absurdas", pero conviene no usar el adjetivo "surrealista" cuando, en realidad, queremos decir eso: chocante o sorprendente.

    abrazos,

    jordi

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