A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS
En la rueda de prensa que los Coen dieron en
Cannes tras la proyección de “A propósito de Llewyn Davis” (Gran premio del
Jurado) bromearon diciendo que, para ellos, el auténtico protagonista de su
película era Ulises, un gato castaño que pulula por el metraje con el sigilo y
la constancia de las cosas cotidianas o de la rutina. Esa misma rutina que, en
el caso de Llewyn Davis, se sucede con un ritmo cambiante y bohemio pero
también repetitivo, como el estribillo ingenuo de una de las canciones
populares que empezaban a despuntar en el Village de 1961. Davis fue marino
mercante y cambió el petate por la guitarra para intentar triunfar como solista
folk después de que el amigo con el que formaba dúo se diera por vencido. Vaga por
un Nueva York nevado, duerme en los sofás de los conocidos y se enfrenta como
puede, casi siempre mal, a los muchos obstáculos y las sorpresas que le depara el presente
porque el futuro, incluso el más inmediato, es una entelequia en la que no tiene
tiempo de pensar. Sobrevive a duras penas mientras ve como otros músicos
aceptan trabajos alimenticios o logran firmar con un productor musical pese a
carecer de su talento. Ulises le despierta algunas mañanas, clavándole las
garras en el pecho y la mirada gatuna en sus cansados ojos, se le escapa en
cuanto encuentra un resquicio abierto por puertas o ventanas, le acompaña en su
viaje de ida a Chicago en busca de una oportunidad y muere en el de vuelta para
reaparecer, escenas más tarde, en el piso de esos intelectuales pijos de
aspecto hippie, comprensivos y pacientes, para los que dar cobijo a un cantante
folk es un valor del que presumir ante sus amigos, como podrían hacerlo del
Picasso colgado en el vestíbulo.
El reparto (Carey Mulligan, Justin Timberlake, John Goodman entre otros) nos deja
media docena de personajes, algunos con apenas unas líneas de diálogo,
perfectamente dibujados y reconocibles. Óscar Isaac, quien empezó su carrera
artística en la banda musical The Blinking Underdogs, interpreta varias
canciones y pasa a engrosar la lista de perdedores de los Cohen, tipos que provocan
en el espectador ternura e irascibilidad a partes iguales y a los que desea una
salida, cualquier salida, consciente de no poder augurarles un final feliz.
Romper el círculo, embarcar de nuevo y dejar
esa rutina agotadora de sofás ajenos, mujeres ajenas, hijos propios pero ajenos
y gatos ajenos. Al final, la misma secuencia del inicio: Lewyn está atrapado en
su isla, muy lejos de Ítaca.
Y para colmo Dylan acaba de subir al
escenario.
Almudena Ramos.
Hola Almudena.
ResponderEliminarJusto hoy he ido a ver la película con un amigo y "eres un Llewyn Davis" ya se ha convertido en una expresión dentro de nuestro lenguaje.
Lo que más curioso y fascinante de la película me ha parecido que, como tú bien indicas Llewyn Davis pasa a formar parte de la lista de perdedores de los Cohen, pero este es el primero que lo es por méritos propios. Fargo, El Gran Lebowski, El Gran Salto, Arizona Baby, Un Tipo Serio... Todos sus protagonistas se veían inmersos en situaciones complicadas por consecuencias siempre en parte del azar. Llewyn es simplemente un tío despreciable que no necesita la ayuda de ningún factor externo para fracasar.
Como bien indicaba el personaje de F. Murray Abraham cuando hablaba de lo que tenía el músico con el que se comparaba Llewyn y que a él le faltaba: "Troy es un buen chico. Conecta con la gente".
Un abrazo.
Aron.
¡Almudena, como Aron, la vi ayer! Antes lei tu crítica y después la volví a leer. Qué bueno es tu texto, de verdad.
ResponderEliminar... La película de los Coen es un artefacto cinematográfico perfectamente construido. Desde el frío que sentimos, hasta las apariciones maravillosas de Ulises y sus 'dobles' (a mí una película con gato ya me tiene ganada) o esa aparente estructura circular (que como también explicas nos muestra a un Llewyn encerrado en una poética del fracaso)... y me cautivaron absolutamente todos los momentos musicales de la película (hasta la de los chicos con jersey de lana...), quizá me quedo con la actuación frente a frente con el 'productor' de Chicago...
Besos
Isabel
Almudena, no puedo decirte otra cosa que me has puesto los dientes muy largos con tu crítica. La de los Coen es la película aún no vista que más deseo ver -el cólico nefrítico se ensañó con mis posibilidades de verla antes del estreno-. Tu texto es evocador, preciso, conciso y nada exhibicionista y veo que en él hay tantas cosas que rascar como debe de haber en la propia película de los Coen. Cuando pueda verla (espero que la semana que viene a más tardar) ya la comentamos más detalladamente.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi
Muy a destiempo añado este comentario, tras ver la película el pasado miércoles. Me reafirmo, tras verla, en que es una gran crítica. El final de la película me pareció sencillamente perfecto, como lo es, de hecho, el final de tu crítica que consigue apoderarse de la naturaleza sintética y precisa de ese desenlace.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi