Nymphomaniac
vol. 1: Lars y el sexo.
Por fin se ha estrenado en nuestra cartelera,
la última película del siempre controvertido Lars Von Trier: Nymphomaniac vol. 1. Precedida de una
campaña de marketing minuciosamente cuidada, en la que se ha dosificado la
información sobre el film en pequeñas cápsulas audiovisuales, a un público
ávido de imágenes del director danés, cuya marca de la casa es crear polémica,
o mejor dicho, no dejar a nadie indiferente ante los planteamientos
cinematográficos que nos ofrece, en Nymphomaniac
vol. 1 Lars Von Trier, se acerca al mundo del sexo con su particular
caleidoscopio de visionado.
A partir del encuentro fortuito entre Joe –encarnada
por Charlotte Gainsbourg su actriz fetiche de
sus dos últimas películas: Antichrist
(2009) y Melancolía (2010)-, y Seligman,
interpretado por el actor sueco Stellan Skarsgård, al que también vimos en Melancolía-, surge una peculiar
relación, basada en las confidencias sexuales y sentimentales poco
convencionales, que ella ha tenido a lo largo de su vida, relatadas a un
desconocido que la ha recogido de la calle, y que sorprendentemente, intenta desdramatizar
de una forma natural, todas las acciones que ella narra con profundo pesar.
Como si de un confesionario se tratara Joe, explica de una manera explícita a
su interlocutor, cómo desde una edad muy temprana, ella y su mejor amiga, ven
el sexo como un divertimiento más, del que hay que formar parte sin
miramientos, intentando siempre satisfacer su propios deseos a costa, en
ocasiones, de hacer daño a los demás. Pero Seligman, lejos de ser un confesor
dogmático, viendo pecado/culpa a diestro y siniestro, normas inculcadas desde
pequeños a todos en la sociedad católica o protestante, salva las espinosas
situaciones a través de su forma de concebir el mundo, donde prevalece el deseo
del ser humano, por encima del de un Dios castigador que nos someterá al fuego
eterno por nuestros malos hechos realizados en nuestra vida terrenal.
Porque lo que nos viene a plantear Lars en su
película es hasta qué punto, una acción en la que dos seres humanos estén de
acuerdo en hacerla, como es el acto de mantener una relación sexual, en un aquí
y un ahora, puede resultar dañino a ojos de una sociedad puritana como en la
que nos ha tocado vivir. Nos pone múltiples casos pasados por la protagonista, desde
su adolescencia, donde se juega con su mejor amiga una bolsa de chocolatinas a
ver quién se acuesta con más hombres en un tren durante un trayecto concreto,
hasta la historia que mantiene en su juventud con un hombre casado, que ni corto
ni perezoso, se traslada a vivir a casa de la protagonista sin previo aviso y
para guinda del pastel se presenta su mujer –Uma Thurman
en una de las secuencias claves de la película, con una actuación digna de
mención- y su hijos para testimoniar en directo la huida del padre de familia a
la casa de una díscola mujerzuela. Ante tal guirigay de acontecimientos,
Seligman, lejos de condenar esos hechos, muestra los diversos pliegues que
puede tener un ser humano, mientras Joe los cuenta apesadumbrada y casi deseosa
de la típica regañina por parte de unos ojos objetivos fuera de su ámbito más
cercano, se encuentra descolocada cuando su partener los relee desde una
postura libre de prejuicios o juicios de valor tradicionales, donde existen una
gran cantidad de hechos marcados por el sello de PROHIBIDO REALIZAR puede
molestar la sensibilidad de la sociedad.
Resulta realmente apasionante la dialéctica
entre los dos personajes, que a través de acertadísimos flash-black, van
contextualizando al espectador en los hechos pasados, pero sin perder en ningún
momento el pulso con el presente. Todo el film aparece dividido en capítulos,
una forma narrativa común en la obra de Lars, un verdadero maestro en traer a
colación, temas que aparentemente no tienen mucho que ver y que sin embargo, a
través de los hechos ocurridos en sus films, nos demuestra que existe un
paralelismo irrefutable entre ellos. A través de sus personajes objetiviza esos
conceptos abstractos y los dota de una dimensión totémica de la sociedad: en Melancolía, por ejemplo, era contraponer
el sentimiento de la melancolía con el cosmos a nivel astrofísico o yéndonos
más atrás en su filmografía, en Los
idiotas (1998) era la minusvalía y su interpretación en la sociedad del
momento, ahora le ha tocado el turno a la ninfomanía y el concepto de
culpa/pecado, intrínseco al ser humano.
El marketing aludido al comienzo de nuestra
crítica, ha llevado a circunscribir la película al género pornográfico, por su
sexo explícito entre sus actores, cargado de rumorología sobre la realidad o no
de la fisonomía de los mismo, algo colateral que no despierta mayor interés
entre el público embarcado en su ficción. Lejos de obsesionarse por el aspecto físico del acto sexual en sí,
Lars, en su volumen 1 trata la ninfomanía como un trastorno más a nivel
psicológico del personaje protagonista. Resulta interesante, pararse a
reflexionar como ciertas patologías, tienen cabida en el entorno
cinematográfico de una manera casi fisiológica, innata al ser humano como el
alcohol o las drogas, mientras que otras adicciones como la ludopatía, la
vigorexia o la propia adicción al sexo, tiene un reflejo cinematográfico mucho
menos considerable. A brote pronto, nos
viene a la memoria, Días de vino y rosas (1962), Leaving las Vegas (1995) o Réquiem
por un sueño (2000) en cambio sobre la ludopatía, la vigorexia o la propia
adicción al sexo nos costaría encontrar una decena de películas que a lo largo
de la historia del cine hayan tratado de estos problemas de una manera
exclusiva. En el caso de la adicción al sexo, hay dos visiones muy marcadas de
cómo enfrentarse al tema: la observacional como es el caso de Shame (2011) o la de tono jocoso como Thanks for Sharing (2012). Todavía
parece que exista un cierto tabú a la hora de hablar de sexo de una manera
natural, y mucho más si se trata de una anormalidad, donde sus protagonistas
están fuera de toda redención. En cambio en Nymphomaniac,
se le da una vuelta de tuerca al concepto, planteando que lo realmente insano
es el concepto del Amor, tramposo y traicionero que juega con las medio
verdades-mentiras, creando una inestabilidad en el que lo sufre, lejos del aquí
y el ahora que plantea el acto sexual mucho más sano y puro, que aporta al ser
humano una satisfacción necesaria en su pleno desarrollo en el mundo. Sin duda
hay que destacar, como el director danés sabe introducirse dentro de la mente
de una mujer, sin importarle el qué dirán, encara temas controvertidos, dotando
a la mujer de una valía y unos rasgos psicológicos asociados tradicionalmente
al hombre, en cambio en sus films el hombre queda en un puesto secundario, como
ocurría en Antichrist.
Con una factura cinematográfica exquisita,
marcada por interiores acogedores, a pesar de su parquedad decorativa, y
exteriores simbólicos, como el parque por el que la protagonista paseará a lo
largo del film encontrando a su Amor en él. La Naturaleza está muy presente, en
la obra de Lars y en esta ocasión no iba a ser menos. La chocante relación
establecida entre la forma de pescar a mosca y la forma de pescar de Joe a sus
hombres, quedará en los anales cinematográficos, ya que nos dará la vuelta a la
tortilla, porque no estamos ante una pesca con anzuelo punzante, dolorosos y
cruel como la planteada por Kim Ki-duk en La
Isla (2000), sino ante una pesca a mosca juguetona y pícara que nos hará
tragar el cebo muy gustosamente.
Al igual que la Naturaleza, la Música juega un
papel fundamental en las películas del director danés, en este caso, su
comparativa musical/amor/sexo/polivisión, es de una ingeniosidad que deja al
espectador un tanto estupefacto en sus asientos.
No podemos terminar esta crítica sin hacer una
breve distinción a la interpretación de la poco conocida Stacy Martin como la
joven Joe, el olvidado Christian Slater como
el padre de Joe o Shia LaBeouf
despegando de su papel de Transformers.
Tras todo este cúmulo de aciertos, el único
pero que podemos encontrarle es si estará el volumen 2 a la altura del primero.
El 24 de este mes de enero saldremos de dudas.
Diana Callejas
Diana Callejas
Diana, tengo que decirte que tenía muy claro que no iba a ver esta película (y eso que he visto todos los trabajos de este director), pero después de leer tu crítica he cambiado completamente de idea. Quizá porque te aproximas a la película de manera muy distinta de cómo nos la están "vendiendo"...
ResponderEliminarGracias!
Cristina
Hola Diana!
ResponderEliminar¡Qué trabajo más exhaustivo! ¡Qué maravilla! No creo que te haya quedado ni una coma sin analizar, querida.
No es Von Trier particular santo de mi devoción. Aunque Melancolía me traspasó de parte a parte, mi mayor trabajo con él es mantener mi paz interior y no indignarme y después de haber visto este Volumen I, debo esperar a ver el segundo antes de pronunciarme de manera definitiva.
No obstante aquí va mi opinión personal, poco elaborada, de lo visto hasta ahora. Creo, Diana, que hemos visto la misma película pero el efecto no ha sido el mismo, jeje. Reconozco lo que mencionas y lo que destacas, incluso lo arriesgado del tema y cómo lo aborda, y cómo lo impregna todo de ese humor oscuro que el espectador no sabe si agradecer o condenar y que tiene su punto álgido, creo, en la escena de la señora H.
Y no es que la película me enfade o me provoque, a fin de cuentas no deja de ser "una de Von Trier" con su protestantismo, su culpa, su mujer doliente, su castigo.. Esta vez ha sido como eso de "¡Sexo!. Ahora que ya tengo vuestra atención... " y no dejo de ver a Von Trier disfrutando como un crío que ha hecho algo por lo que estaba advertido de que se le iba a regañar y tanta polémica, tanto marketing, tanta sorprendente fecha de estreno... tanta llamada de atención, cansa y puede provocar el efecto contrario. Encontrarme barruntando la posibilidad de que la posición de Seligman respecto a Joe estuviera perfectamente estudiada según lo que se estuviera contando, me costó un resoplido y darme cuenta de que mi atención se había despistado. El equilibrio entre el "cómo" y el "qué" se me había roto y probablemente por donde no se pretendía...
El caso es que, quitando el principio, sobre todo el temazo de Rammstein y el momento en que suena, el resto me dejó fría. No puedo negar que hay elementos muy atractivos sobre todo en la estructura narrativa pero, antes de Nymphomaniac encuentro en el cine de su director otros "cómos", y sobre todo otros "qués", más logrados (más sutiles) incluso en lo que a provocación se refiere.
Pero vamos, que esperaré la segunda parte, lo valoraré todo en conjunto y rectificaré, si es preciso, gustosamente :-)
Besos
Ana
Interesante debate el que se ha generado. Con el Volumen 2 ya visto, puedo deciros que muchas de las cosas que propone Diana en su texto son bastante cuestionadas por lo que viene después. No entiendo por qué Cristina se había negado a ver la película a priori, aunque me alegra que el texto de Diana le haya hecho cambiar de opinión: Una película de Lars Von Trier no es algo que estemos en posición de despreciar, nos guste o no. No sé si el conjunto gustará a Ana, pero es cierto que el Volumen 2 es esencial para interpretarlo todo.
ResponderEliminarLa crítica de Diana está muy bien, pero para mi gusto es muy poco sintética y ha quedado algo embarullada en su expresión en algunos párrafos. Es un texto al que le hubiera sentado bien una buena relectura y un exigente trabajo de edición, porque en él hay ideas muy valiosas que a veces acaban asfixiadas por frases demasiado alambicadas y con algún problema de concordancia. No veo necesaria la digresión -muy Seligman por otra parte- sobre las películas de otras adicciones. Skarsgard, por cierto, no sólo salió en "Melancholia": también en "Rompiendo las olas", "Kingdom", "Bailar en la oscuridad", "Dogville"... es uno de los fieles de Lars, como Udo Kier o Jean-Marc Barr, por ejemplo, que también reaparecen en "Nymphomaniac".
un abrazo,
jordi
Por cierto, no quiero ser puñetero, pero el comienzo de la crítica no tiene sentido: "por fin se ha estrenado en nuestra cartelera..", como si la película llegase tarde., cuando el 25 de diciembre era su fecha oficial de estreno en toda Europa.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi