La
protagonista de LOVE AND BRUISES, una
joven china recién llegada a París, recibe al comienzo de la historia las duras
palabras de su amante francés, el mismo que ha motivado su viaje: “Ya no te amo
más”. A partir de ese momento, Hua (interpretada por Corinne Yam, participante también en Holy Motors) vaga por las calles de París abatida. Las
imágenes de ese recorrido, rodado cámara en mano, están acompañadas solo por los sonidos
de la urbe, los del tráfico, los de la
prisa mañanera de la gente ocupada, sonidos deshumanizados para alguien vulnerable.
En ese no saber dónde está ni hacia dónde ir, Hua es víctima del descuido de un trabajador que está llevando de
un lado a otro los postes metálicos que forman la estructura de los puestos de
un mercadillo, de tal modo que recibe un golpe en la cabeza que la tira al suelo. Este será el punto de partida de su romance
con Mathieu (encarnado por Tahar
Rahim, conocido por su papel protagonista en Un profeta, de Jacques Audiard).
El cineasta
chino Lou Ye adapta a la pantalla la obra The
Bitch, novela autobiográfica de la escritora Jie-Liu Falin. El título
ya revela la consideración que la sociedad china puede ofrecer a una mujer que
decida dar rienda suelta a sus legítimos apetitos carnales por hombres
occidentales. No obstante, el título en inglés del filme, que se podría
traducir como “amor y cardenales”, añade
algún elemento más a la ecuación amorosa: la atracción inevitable e inconveniente
hacia una pasión adictiva que cuestiona su dignidad como mujer.
Quizá uno de
los aspectos más interesantes de la película (y seguramente de la novela) sea el
hecho de que una mujer oriental se haya convertido en sujeto de su propia fantasía hacia lo
occidental, en lugar de mero objeto sumiso tópico desde el punto de vista occidental,
situación a la que estamos más acostumbrados. A esa transgresión cultural, habría
que añadir también la social: Hua
puede tener un brillante futuro en el mundo universitario chino, mientras que Mathieu
tiene un futuro precario, ya que procede de un ambiente crudo, pobre y sin formación
alguna. Ella es sujeto porque la historia se nos cuenta desde su punto de vista
y porque puede y tendrá que elegir: un antiguo novio chino agradable y bien
situado, su amante conveniente, quiere casarse con ella; frente a él, el hombre
rudo y salvaje, el que la violó en una obra el día que se conocieron, el que lo
hace como un hombre, con su
mentalidad primitiva.
A pesar de
que la fascinación por lo que racionalmente no nos conviene e incluso nos repugna
puede suscitar mucha reflexión en la mente del espectador, el tratamiento de
las imágenes resulta redundante a ratos.
Lou Ye apuesta por un acercamiento a los personajes tan estrecho, en repetidos
primeros planos que buscan revelar la intimidad que hay entre ellos, que a
veces el efecto es contraproducente, pues tanta cercanía
provoca una cierta asfixia en combinación con el estilo documental, con
excesivos movimientos de cámara y sin apenas banda sonora (aunque cuando suena la música de cuerda la película crece).
Los dos
actores principales realizan un trabajo bastante digno. Tahar Rahim lo tenía
quizá más difícil, por tener que interpretar al bestial Mathieu. Pero hasta la bestia tiene su pequeña redención ante el
público. Cuando Hua regresa ante él
después de haber visitado Pequín, él, en su cuartucho de paredes vacías (salvo
por una efigie budista), le dice
sosteniendo un diminuto libro rojo: “Desde que me dejaste, he estado leyendo
mucho”.
Estela Salazar
Estela Salazar
Hola Estela:
ResponderEliminarMe encanta tu comentario y creo que me apetece ver la película, defines muy bien el título a lo largo de tu crítica y no recuerdo a tantas mujeres orientales protagonistas de romances en el cine occidental, además de que la diferencia cultural con su pareja me parece de lo más interesante. Gracias.
Besos,
Pilar
Me llamaba la atención esta película y después de leerte más, Estela. También la trayectoria de Tahar Rahim. Solo le he visto en Un profeta pero me apetece verle en esta y en la belga Perder la razón. Y con ganas también de poder verle en la última película de Farhadi, El pasado, el director de Nader y Simin. Me resulta curioso que su primera aparición en el cine fue en un documental sobre su propia persona, como un joven estudiante francés de origen magrebí y sus problemas para labrarse un futuro mejor... y ese documental fue el que le dio la clave para su futuro... Buena historia.
ResponderEliminarBesos
Isabel
Gracias a las dos, Pilar e Isabel, por lo que decís. Creo que al salir del cine la película no me pareció maravillosa , pero luego, al pensar sobre ella, me pareció que su temática daba juego...
ResponderEliminarNo tenía ni idea de que Tahar Rahim va a salir en El pasado, que por supuesto procuraré ver, ni tampoco sabía lo del documental...Es que este Tahar Rahim tiene algo, ¿verdad? Nos vemos mañana
Besos a las dos
Hola, Estela: Otro caso d película que no he visto y, por tanto, no puedo discutir con propiedad. Con todo, recuerdo haber leído otra crítica de esta película donde el crítico planteaba objeciones al tema de fondo con una óptica que me pareció demasiado políticamente correcta. Por eso, celebro muy especialmente que tu texto no caiga en eso y que sepas aprovechar los elementos más conflictivos de la película para tu reflexión. También me gusta mucho el penúltimo párrafo, donde abordas los pros y los contras del estilo.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi