Combates, ajustes
vengativos y exhibiciones marciales son más que suficientes para llenar los
cines de las latitudes más orientales, y ha sido cuestión de tiempo que el
director chino más occidentalizado terminase por acercarse al género más
destacado de su país, pero a Wong Kar-wai no le seduce el desfile de piruetas
en el aire como para servirlo de plato principal, la elegancia tan ajena a este
género que saca a relucir en The
Grandmaster acerca los valores del confucianismo chino a las artes
marciales como forma de vida que fija modales existenciales y pautas de valor
social.
El artífice de In the Mood for Love y 2046, y uno de los mayores estetas del
cine contemporáneo regresa a las artes marciales tras Ashes of Time acompañado de la mano de su actor fetiche, Tony Leung Chiu Wai, para dar forma a la vida de Yip Man,
conocido también como Ip Man, y más aún por ser quién acabaría enseñando Kung
Fu en las calles de Hong Kong al mismísimo Bruce Lee.
Wong Kar-wai sin
embargo se desvía de la sendera propia del biopic para explorar las raíces del
kung-fu y su lugar en la historia de la China de principios del siglo XX. Conocemos
a Ip Man a través de varios episodios de su vida, desde su acomodada existencia
en la ciudad de Foshan, su ocaso por la irrupción de la Guerra sino-japonesa, a
sus espaciados encuentros en el tiempo con Gong Er (Zhang Ziyi), hija del
maestro de las artes marciales del norte Gong Yutian, quien repara antes que
nadie en las habilidades de Ip Man. El protagonismo de la bella Gong Er cargada
de seguridad y altanería pronto ensombrece la figura de un protagonista impenetrable
y desprovisto de emociones punzantes. The
Grandmaster no es la historia de un gran maestro, si no de dos que optaron
por diferentes sendas en la sucesión de su arte y en el transcurrir de la vida,
Gong Er aporta ese plural del título que el mercado internacional ha decidido
ignorar.
Kar-wai bucea en la
amargura y la pasión que mantiene cautivos a estos dos personajes centrales,
sumidos en la complicada historia de amor de quienes se autoimponen un régimen
estricto de infelicidad, y es que no puede dejar de adentrarse en
los temas que siempre han marcado su cine; desamor, deseo, melancolía e
infelicidad entretejidos con verdadera lírica.
Las coreografías en
el aire son las más estilizadas y hermosas secuencias de kung-fu que ha dado
el cine, el particular estilo estético y visual logra una sobrecarga sensorial
para el espectador que contempla a sus protagonistas como bailarines en vez de
fieros combatientes. Sin embargo, la belleza de sus planos milimétricamente
estudiados y su poética banda sonora no es en este caso suficiente para evitar
que el espectador se extravíe en una densa narración que utiliza rótulos y voz
en off para cubrir las lagunas del texto.
“El kung-fu -relata Ip Man a un amigo
que se encuentra en la sombra y no logramos vislumbrar- son
dos palabras, horizontal y vertical, la deshonra y la gloria. En el Kung Fu, al
igual que en la vida, hay que mantenerse en pie… si no, pierdes". Si la fuerza de
un gran maestro del kung-fu solo puede venir a través de la autodisciplina, el
mismo supuesto adopta Wong Kar-w ai para su trabajo, ejerciendo una intrincada lucha por vencerse a
sí mismo en cada uno de sus films.
Marta Alonso
Marta Alonso
Querida Marta:
ResponderEliminarMe encanta tu crítica, y me encantó la película. Me gustaron mucho los silencios y es verdad que las escenas de lucha están magníficamente coreografiadas tanto como para casi hacerte olvidar que están efectivamente luchando.
Siempre me ha parecido que Wong Kar-Wai te deja acompañarle al recorrido que hacen sus personajes a lo largo del tiempo, como uno más y también siempre me quedo con ganas de más, me envuelve en la historia, y aquí también lo hizo. "Deseando amar" es una de mis películas favoritas de todos los tiempos.
Besos,
Pilar
Marta, el antepenúltimo párrafo de tu crítica -el que empieza con "Kar-wai bucea en la amargura..."- creo que entra muy bien y a fondo en la esencia de la película, pero en el resto del texto veo algunos problemas. Por un lado, hay una contradicción entre el primer y el segundo párrafo: no puedes decir que "sólo era cuestión de tiempo" que el director se acercase al género de artes marciales y luego recordar que antes ya existía "Ashes of Time". Por otro lado, creo que en un texto subestimas el género de manera tácita: Wong Kar Wai retrata los combates de manera bella, sí, pero los suyos no son necesariamente los más bellos de n género de larguísima tradición, con muchos finos estilistas, barrocos y formalistas entre sus efectivos que no tienen demasiado que envidiar en exquisitez a lo que hace aquí el director de "Deseando amar". Si repasas la historia de la productora Shaw Brothers o, más recientemente, las producciones de Tsui Hark o las películas que ha hecho John Woo dentro del género verás que, por mucho entusiasmo que te genere el estilo de esta película, no se puede omitir, ni despreciar todo lo demás.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi
Ayer salí del cine totalmente hipnotizada. Y me ocurrió algo con The Grandmaster, a pesar de mi desconocimiento total y absoluto sobre las artes marciales y también sobre el acontecimiento histórico que reflejaba... me dejé arrastrar absolutamente. No sólo me maravillaba por su fuerza visual, por su uso de los colores, por esos primeros planos (desde un rostro, a un botón rodando o una gota de agua ensangrentada) sino también por esa historia de romanticismo trágico contenida a lo largo de los años con una declaración de amor bellísima. Cada vez me iba removiendo más cuando, de pronto, escucho (cuando va contando el destino de cada uno de los personajes) el Tema de Deborah de Érase una vez en América de Sergio Leone (que es una de mis bandas sonoras favoritas) y entonces ya se me escapó una lágrima. Por cierto otra escena maravillosa y también homenaje de la película de Leone... es cuando la protagonista fuma opio y se queda mirando al techo, sonriendo (como Robert de Niro). Para mí el gran personaje de esta historia curiosamente no es el maestro Ip Man sino ella, Gong Er.
ResponderEliminarBesos
Isabel