domingo, 12 de enero de 2014

Sobran las palabras

Segundas oportunidades

¿Te has preguntado alguna vez qué dice tu ex de ti por ahí? O mejor aún, ¿qué crees que dice el ex de tu nueva pareja sobre él o ella? ¿Crees que si lo supieras influiría en tu relación? Todas estas preguntas confluyen la cabeza de Eva, la protagonista, cuando por casualidad conoce a la ex del hombre con el que está empezando a salir, y con quien creía era feliz.

Eva y Albert son unos cuarentones divorciados centrados en su trabajo y en sus hijas, ambas a punto de abandonar a sus padres para irse a la universidad. Se conocen en una fiesta donde los dos admiten que no hay nadie que les atrae – simulando no estar realmente buscando a nadie-, sin embargo acaban saliendo a cenar, e inesperadamente disfrutando de una muy divertida velada.
Eva, la Julia Louis-Dreyfus que pasó de ser la divertida y payasa Elaine de Seinfeld a convertirse en la Vicepresidenta más torpe de Estados Unidos en VEEP, tiene dudas sobre Albert, el tristemente fallecido James Gandolfini (completamente en su papel, en ningún momento te hace recordar a su personaje más popular Tony Soprano), por sus kilos de más y su apariencia, pero Albert es un hombre dulce y muy divertido y la inevitable química acaba surgiendo entre ellos con el tiempo, con naturalidad, sin esfuerzo y sin complejos.

Marianne, la ex de Albert, es una excéntrica poetisa y fanática del orden, interpretada por una Catherine Keener a quien acabamos de ver en “El cuarteto”  y a quien probablemente recordemos más por sus papeles en “Amigos y vecinos”, o “Cómo ser John Malkovich”, asidua en el cine de la directora de esta cinta, será el personaje que cree dudas en la mente de su nueva amiga, Eva, sobre su relación, al hablar descarnadamente sobre lo mal que le fue con su ex.

Nicole Holofcener dirige esta cinta con diálogos que fluyen de forma muy natural y sin esfuerzo en la boca de sus personajes y crea unos secundarios muy importantes, a los que te gustaría tener como amigos, alrededor de los protagonistas, como ha hecho en sus películas previas, “Amigos con dinero” o “Lovely and Amazing”. Destaco a Chloe, Tavi Gevinson, la amiga de la hija de Eva, prácticamente una ocupa que busca el amor maternal en Eva; la mejor amiga de Eva, Sarah, una Toni Colette que por una vez no esconde su acento y se aprovecha cómicamente en la cinta (Eva le dice irónicamente que nunca la entiende cuando habla), es una psicóloga que no parece ser capaz de dar consejo a nadie, que vuelve loco a su marido y que no sabe cómo despedir a su criada que guarda de todo en los cajones de la cocina; o los clientes de Eva.

La sala de cine está llena de sobre todo señoras de cuarenta y tantos y algún que otro hombre de unos cincuenta, cuando termina la película sonrío agradablemente sorprendida y confirmo que esta bonita historia de nuevas relaciones en la madurez merece ser vista por todos los públicos porque las segundas oportunidades no llaman a tu puerta a menudo y cuando lo hacen hay que saber aprovecharlas, sin complejos.
 
Pilar Oncina

1 comentario:

  1. Pilar, no puede ver esta película y, por tanto, no puedo discutirte nada en profundidad, salvo que me parece una crítica clara que transmite una idea estupendamente articulada de lo que es (o puede ser) "Sobran las palabras". Me parece curioso el último párrafo y espero que (efectivamente) sea una película capaz de interesar a un público más allá de sectores de edad: si fuera una de esas películas un poco irritantemente amables, diseñadas para que el público de mediana edad escuche lo que quiere escuchar, me temo que no me interesaría demasiado, a pesar de que la Keener es uno de mis mitos personales y por Gandolfini y al Dreyfus siento gran simpatía.

    un abrazo,

    jordi

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