domingo, 19 de enero de 2014

The Wolf of Wall Street



“He conocido a hijos de puta a lo largo de mi vida. Hablo de estrellas de rock, atletas profesionales, gángsters... Les aviso, tipos malos. Pero este tipo, mi buen amigo Jordan Belfort, es el peor que he conocido.”. Generalmente cuando a una película le acompaña el epígrafe que reza “basada en hechos reales” suele suponer, en la mayoría de ocasiones, que la historia que se va a narrar tiende al melodrama y que si se ve dotada de un mínimo de calidad es muy posible que se vaya a ver galardonada por algún premio de crítica o público. La última película de Martin Scorsese sigue la linea de películas como Dolor y Dinero o Philip Morris, ¡Te Quiero! y a pesar de narrar sucesos reales (y trágicos) lo hace desde la comedia. Nada mejor para ilustrarlo que advertir que la cita que inicia este párrafo está dicha por el auténtico Jordan Belfort, personaje protagonista que interpreta Leonardo DiCaprio en The Wolf of Wall Street, que hace un cameo en este largometraje.

Antes de comenzar a diseccionar la película me veo en la obligación de destacar la figura de Leonardo DiCaprio. ¿Existe todavía alguna persona que no esté convencida de que es uno de los mejores actores de su generación y de la actualidad? Interpretando a Jordan Belfort, DiCaprio se ve obligado a adoptar diferentes poses y caracterizaciones a lo largo de las tres horas que dura el film. Desde el intimidado y emprendedor joven que conocemos en el prólogo, hasta el histriónico desmadrado (con su particular progresión) en el que acaba transformándose, pasando por uno más paranoico (afectado por las drogas) e incluso demostrando que está suficientemente dotado para el slapstick en una de las secuencias más memorables de film, el antaño ídolo juvenil demuestra una vez más su enorme talento.

Al inicio mencionábamos que The Wolf of Wall Street sigue la tendencia que marcó el año pasado Dolor y Dinero pero las similitudes con esa película no quedan ahí. Siguiendo una estructura muy similar la película de Scorsese nos cuenta la historia de Jordan Belfort, una especie de Jesucristo moderno que debe convencer a sus cientos de apóstoles de que la religión de la selva de la bolsa es la que deben seguir. La diferencia entre la historia del culturista ambicioso interpretado por Wahlberg y la del corredor de la bolsa predicador interpretado por DiCaprio (además de su conclusión, algo que trataré más adelante) es que la primera contenía a la mitad de la película la clásica secuencia de montaje en la que a sus personajes todo les empieza a salir bien y disfrutan de los privilegios que nos tememos, más temprano que tarde, perderán. The Wolf of Wall Street no contiene esa secuencia. Es esa secuencia durante tres horas. Si el arte de hacer un trailer consiste en reunir aquellas escenas más impactantes o destacables de una película, elaborar el de The Wolf of Wall Street habrá sido uno de los trabajos más fáciles jamás creados. O todo lo contrario.

En el desarrollo de la mayor parte de las historias llega un momento, que muchos manuales de guion definen como “crisis”, en la que los personajes ante el desarrollo de los acontecimientos y tras haber tenido un aviso serio deciden replantearse las cosas y tratar de alcanzar su objetivo. Jordan Belfort es un personaje que decide no aceptar esa crisis. De los casi 180 minutos que dura el film, exceptuando los primeros 15-20 minutos (el prólogo y el origen de Stratter Oakmont), el resto no dejan de ser pequeñas crisis que Belfort no deja de ignorar. Mientras tanto, el desfase sigue aumentando hasta limites insospechados.

Hace poco David Chase, creador de Los Soprano, hablaba de uno de los mayores enigmas de la serie y reconocía que ni él mismo tenía respuesta para él. No podía contestar si la serie que originó a Tony Soprano era un drama o una comedia. Terrence Winter, guionista de la serie durante cinco años y además creador de Boardwalk Empire, ha sido el encargado de adaptar la novela de Jordan Belfort del mismo nombre que esta película. Cualquiera que haya disfrutado de alguno de los capítulos de la serie que marcó el inicio de (como muchos llaman) "la edad de oro de las series de televisión", verán varios paralelismos con ella en este largometraje. Independientemente de que durante dos horas y media de las tres que dura el film hayamos estado riéndonos, cuando se acerca el final una ruptura de tono será protagonizada por Jordan Belfort y Naomi Lapaglia al estilo de las que protagonizaban Tony Soprano y su esposa Carmella. Todos aquellos que defiendan la absurda afirmación de que “la televisión es el nuevo cine” (cuando siguen siendo dos formatos completamente diferentes en los que se reúnen obras maestras e historias mediocres) probablemente se encuentren en una enorme confusión al ver esta película y asistir a cómo “el cine es la nueva televisión que es el nuevo cine”.

Teniendo en cuenta que Jordan Belfort es el “mejor entrenador en ventas”, no sería descabellado pensar que toda la historia está manipulada a través de su perspectiva. Al fin y al cabo, ¿quién mejor para vendernos una historia que él? Más allá de la voz en off o que en ocasiones el personaje interpretado por DiCaprio se dirija directamente al espectador recordándonos que él es el narrador, un detalle tan nimio como que al inicio de la película, cuando comienza a contarnos su historia, el color de su coche cambie cuando él lo rectifica, hace inevitable que se me pase esta teoría por la cabeza que en cualquier caso no afectaría demasiado a la historia que Scorsese y Winter quieren contar: la de un tipo cuya ambición y codicia solo se ve superada por sus adicciones (drogas, sexo o simplemente aplausos).

A pesar de todas las desgracias que le puedan suceder a Jordan Belfort y lo fácil (y hasta cierto punto coherente siguiendo la estela de este tipo de historias) que hubiese sido finalizar la película castigando al falso profeta que acabó convirtiéndose en Judas, Terrence Winter y Martin Scorsese nos cuentan a través de una pequeña secuencia protagonizada por el personaje interpretado por Kyle Chandler (que es antagonista hasta en su interpretación, su calma y actitud comedida es un elemento que choca con el resto de la película) que transcurre en el metro, que el personaje interpretado por DiCaprio es el único ganador del film. Al menos, él ha podido disfrutar del viaje. Y nosotros con él. La manera de llevar a la pantalla el número de adicciones que recopila Belfort (y Azoff, y Hanna, y...) es contagiosa hasta el punto que el que escribe estas líneas ya ha visto la película dos veces y es completamente consciente de que aun le quedan unas cuantas más hasta que consiga calmar el mono.

Aron Murugarren


6 comentarios:

  1. Aron,
    Me encanta tu crítica, sobre todo el final y la conclusión sobre quién es el verdadero ganador. Yo la vi anoche y reconozco que estoy todavía "agitada", aunque no me atrevería a decir tanto como que con mono, pero casi!
    Reconozco que trabajando en el mundo de la banca, no me apetecía ver una película donde se alaba a este personaje y a sus abusos, pero me alegro mucho de haberlo hecho, porque es verdad lo que se dice también varias veces a lo largo del film "¿quién no quiere hacerse rico?", la diferencia está en los medios para conseguirlo.
    Totalmente de acuerdo en cómo Dicaprio está enorme y es un gran actor (espero que esta vez sí le den el óscar) y, si solo se parece un poco al Belfort real, seguro que sabremos más de él y de sus nuevos negocios pronto, menudo comunicador!
    Magnífica la escena de slapstick con Jonah Hill y me gustó mucho también la escena del barco y los viajes a Suiza.
    Destaco por último a Joanna Lumley, tía Emma, con quien tan buenísimos ratos pasé cuando era Patsy en "Absolutely Fabulous", serie inglesa en la que las drogas sobre todo, y el sexo, corrían de lo lindo en la Inglaterra de los 90´, imagino que es un guiño del director al que también le debía gustar la serie.
    Saludos,
    Pilar

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  2. Hola Pilar.

    Justo lo que te echaba a ti para atrás (que se alabara a un personaje como Belfort) es lo que me hizo estar pendiente de la película desde que salió el trailer. Siento especial admiración por los protagonistas-antagonistas y mi único temor era que al final de la película se castigara al personaje en pos de una posible moralina. Pero ni mucho menos. Como comentaba en la crítica The Wolf of Wall Street dobla la apuesta de Dolor y Dinero. Al final de la de Michael Bay Wahlberg está convencido de que él hizo bien a pesar de su destino pero es que en esta, ¡ni siquiera DiCaprio es consciente de que es el que ha ganado! El único que lo sabe es el espectador.

    Y bueno, conversaciones como las de la prima de Azoff, la de los enanos, la de la cerveza sin alcohol, el momento Popeye, la secuencia del yate, la del barco... Realmente quiero casarme con esta película y formar una familia con ella.

    El apunte de Joanna Lumley me parece muy curioso. No me acuerdo donde leí que la primera opción para ese papel era Julie Andrews.

    Un abrazo.
    Aron.

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  3. ¿Veis cómo las drogas son malas malas? El subidón que le ha producido a Aron esta película le ha llevado a escribir un texto enérgico y seductor, que, a primera vista, sólo se resiente de un segundo párrafo que cojea en sus últimas líneas. Pero... tanta exaltación tiene sus problemas:
    a) por ejemplo, considerar a esta película como "hija" de "Dolor y dinero", cuando lo más probable es que "Dolor y dinero" fuera hija de tono scorsesiano que este ya desarrolló a fondo en "Uno de los nuestros" y "Casino".
    b) el libro en que se basa no es una novela: son las memorias de Jordan Belfort, que aquí ha editado Deusto, del grupo Planeta.
    c) ¿No ves, Aron, ninguna gran crisis al final? Yo veo el final como una caída bajo el signo del hubris y la paranoia al modo del clímax cocainómano con helicópteros vigilantes de "Uno de los nuestros". Para mí, pasar de ser el Amo del Universo de Wall Street a dar charlasen convenciones cutres es una imagen bastante poderosa de La Caída
    d)por último, un apunte para Pilar: que la película cuente la historia de Belfort tomando su voz y su punto de vista no significa que glorifique al personaje. No caigamos en el error de quienes consideraron en su día que "Taxi Driver" era una película fascistoide.
    e) de acuerdo en todo lo que decís sobre Leonardo Di Caprio
    f) y recordad que las drogas son malas -especialmente las que se meten los personajes de la película-, Las únicas drogas buenas (si son tomadas con moderación y las fuentes son fiables y de calidad) son los hongos alucinógenos y la marihuana a veces. Para escribir buena crítica de cine y para escribir en general es preferible beber sólo agua mineral y comer lo más sana y sobriamente posible.

    un abrazo,

    jordi

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    1. Hola Jordi.

      Lo primero es lo primero, tengo que reconocer que tenía un poco reparo en escribir esta crítica ya que el entusiasmo a la hora de hablar sobre esta película me desborda y supe desde el momento en el que la vi que iba a ser uno de esos títulos que iba a defender como una de mis películas favoritas a lo largo de mi vida.

      Luego cosas que me has malinterpretado o simplemente, no me he explicado como debería.

      Lo de Dolor y Dinero sí me he dado cuenta que es un error mío a la hora de expresarme. La comparación entre las dos películas no la quiero hacer por su tono, sino porque ambas son películas basadas en hechos reales que cuentan su historia a través de la comedia (primero) y porque la estructura de ambas son muy similares (segundo), que es aquí donde quizás debería haber añadido las referencias a Scorsese y otra que he visto en muchas reseñasy que se me ha pasado por alto a pesar de su evidencia como es Ciudadano Kane.

      Sobre lo de la crisis, no es que no vea ninguna crisis al final, es que para mí a partir de los 20 minutos toda la película está compuesta de crisis que el personaje no acepta hasta que le llega su particular climax del que ya no puede escapar. Cuando le deja su mujer, la secuencia del yate con el policía, la secuencia de las drogas retardadas... Hasta ahí una coña al respecto cuando estalla un avión en sus narices y dice "haber entendido la señal" (algo que, poco más tarde, descubriremos que es mentira). A lo que me estoy refiriendo queda reflejado en la magnífica (otra vez el entusiasmo) secuencia en la que Belfort se despide de todos sus empleados y él solo, sin necesidad de discutirlo con nadie, se auto-convence de que debe continuar en un monólogo.

      Y sobre lo de las drogas que comentas, tengo que estar completamente de acuerdo y más en un blog público y abierto para todos, incluidos familiares y gente encargada de darte un salario mensual, como este.

      Un abrazo.
      Aron

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  4. Hola Aron,
    Aún no he visto el film de Scorsese (me topé el otro día con el anuncio de “Agotadas”), pero tu adicción, tu sed de más “Lobo de Wall Street”, me ha recordado a la que yo tuve en el momento de su estreno con el “Drácula” de Coppola, que me llevó en mis tiempos de estudiante a ir a verla hasta tres veces en poco más de una semana…Pero vuelta a ver al cabo de varios años, qué frío me dejó, y qué rabia me dio por ello…
    Moraleja: Carpe diem y acércate a ver “El lobo” mientras te lo pida el cuerpo…
    Un abrazo,
    Javier

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  5. Me preguntaba que qué hacia una imagen de Popeye y sus espinacas encabezando tu crítica de El lobo de Wall Street... ¡ayer por fin pude ver la película y por fin pude entender el porqué! ¡Dios, qué escena!
    Y es que Scorsese hace una obra cinematográfica compleja... distorsiona (hasta llegar al esperpento) toda la historia. Su protagonista, Jordan Belfort, se pasa gran parte de la película bajo los efectos de diversas drogas, y se convierte en el gran narrador distorsionador.
    Y este esperpento produce risas y a veces carcajadas pero en realidad esconde una tremenda y triste tragedia: el mundo de las finanzas está en las manos de unos payasos peligrosos y sin cerebro a los que les importa todo y todos una mierda (y que viven en su propia burbuja). Caen unos, otros suben. Y la rueda de un sistema injusto sigue girando y girando.
    Por cierto sólo son diez minutos o así los que aparece Matthew McConaughey y crea un personaje difícil de olvidar..., su espíritu y forma de ver la vida (su extraño cántico) sobrevuela por toda la película.

    Besos
    Isabel

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