miércoles, 8 de enero de 2014

A propósito de Llewyn Davis


 
A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS

  En la rueda de prensa que los Coen dieron en Cannes tras la proyección de “A propósito de Llewyn Davis” (Gran premio del Jurado) bromearon diciendo que, para ellos, el auténtico protagonista de su película era Ulises, un gato castaño que pulula por el metraje con el sigilo y la constancia de las cosas cotidianas o de la rutina. Esa misma rutina que, en el caso de Llewyn Davis, se sucede con un ritmo cambiante y bohemio pero también repetitivo, como el estribillo ingenuo de una de las canciones populares que empezaban a despuntar en el Village de 1961. Davis fue marino mercante y cambió el petate por la guitarra para intentar triunfar como solista folk después de que el amigo con el que formaba dúo se diera por vencido. Vaga por un Nueva York nevado, duerme en los sofás de los conocidos y se enfrenta como puede, casi siempre mal, a los muchos obstáculos  y las sorpresas que le depara el presente porque el futuro, incluso el más inmediato, es una entelequia en la que no tiene tiempo de pensar. Sobrevive a duras penas mientras ve como otros músicos aceptan trabajos alimenticios o logran firmar con un productor musical pese a carecer de su talento. Ulises le despierta algunas mañanas, clavándole las garras en el pecho y la mirada gatuna en sus cansados ojos, se le escapa en cuanto encuentra un resquicio abierto por puertas o ventanas, le acompaña en su viaje de ida a Chicago en busca de una oportunidad y muere en el de vuelta para reaparecer, escenas más tarde, en el piso de esos intelectuales pijos de aspecto hippie, comprensivos y pacientes, para los que dar cobijo a un cantante folk es un valor del que presumir ante sus amigos, como podrían hacerlo del Picasso colgado en el vestíbulo.

 El reparto (Carey Mulligan, Justin Timberlake, John Goodman entre otros) nos deja media docena de personajes, algunos con apenas unas líneas de diálogo, perfectamente dibujados y reconocibles. Óscar Isaac, quien empezó su carrera artística en la banda musical The Blinking Underdogs, interpreta varias canciones y pasa a engrosar la lista de perdedores de los Cohen, tipos que provocan en el espectador ternura e irascibilidad a partes iguales y a los que desea una salida, cualquier salida, consciente de no poder augurarles un final feliz.

 Romper el círculo, embarcar de nuevo y dejar esa rutina agotadora de sofás ajenos, mujeres ajenas, hijos propios pero ajenos y gatos ajenos. Al final, la misma secuencia del inicio: Lewyn está atrapado en su isla, muy lejos de Ítaca.

 Y para colmo Dylan acaba de subir al escenario.
 
  Almudena Ramos.


4 comentarios:

  1. Hola Almudena.

    Justo hoy he ido a ver la película con un amigo y "eres un Llewyn Davis" ya se ha convertido en una expresión dentro de nuestro lenguaje.

    Lo que más curioso y fascinante de la película me ha parecido que, como tú bien indicas Llewyn Davis pasa a formar parte de la lista de perdedores de los Cohen, pero este es el primero que lo es por méritos propios. Fargo, El Gran Lebowski, El Gran Salto, Arizona Baby, Un Tipo Serio... Todos sus protagonistas se veían inmersos en situaciones complicadas por consecuencias siempre en parte del azar. Llewyn es simplemente un tío despreciable que no necesita la ayuda de ningún factor externo para fracasar.

    Como bien indicaba el personaje de F. Murray Abraham cuando hablaba de lo que tenía el músico con el que se comparaba Llewyn y que a él le faltaba: "Troy es un buen chico. Conecta con la gente".

    Un abrazo.

    Aron.

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  2. ¡Almudena, como Aron, la vi ayer! Antes lei tu crítica y después la volví a leer. Qué bueno es tu texto, de verdad.

    ... La película de los Coen es un artefacto cinematográfico perfectamente construido. Desde el frío que sentimos, hasta las apariciones maravillosas de Ulises y sus 'dobles' (a mí una película con gato ya me tiene ganada) o esa aparente estructura circular (que como también explicas nos muestra a un Llewyn encerrado en una poética del fracaso)... y me cautivaron absolutamente todos los momentos musicales de la película (hasta la de los chicos con jersey de lana...), quizá me quedo con la actuación frente a frente con el 'productor' de Chicago...

    Besos
    Isabel

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  3. Almudena, no puedo decirte otra cosa que me has puesto los dientes muy largos con tu crítica. La de los Coen es la película aún no vista que más deseo ver -el cólico nefrítico se ensañó con mis posibilidades de verla antes del estreno-. Tu texto es evocador, preciso, conciso y nada exhibicionista y veo que en él hay tantas cosas que rascar como debe de haber en la propia película de los Coen. Cuando pueda verla (espero que la semana que viene a más tardar) ya la comentamos más detalladamente.

    un abrazo,

    jordi

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  4. Muy a destiempo añado este comentario, tras ver la película el pasado miércoles. Me reafirmo, tras verla, en que es una gran crítica. El final de la película me pareció sencillamente perfecto, como lo es, de hecho, el final de tu crítica que consigue apoderarse de la naturaleza sintética y precisa de ese desenlace.

    un abrazo,

    jordi

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